En la vida, lo que nunca se debe hacer, es perder las formas. Y la directiva del Barça hace demasiado tiempo que las ha perdido. Hace muy pocos años, por no decir un pequeño tiempo atrás, firmaba unos contratos milionarios de tres o cuatro años a los jugadores, regalando el dinero de los propios socios. Ahora, como deben cuadrar los números como sea, prescinden de Luis Suárez con una llamada telefónica de Koeman, el último en entrar. Esto no lo haría ni el peor equipo de cuatro amigos.
Veremos cómo se lo toma Messi que, como es lógico, se queda sin su gran amigo. ¿O es que lo que pretende realmente Bartomeu es que el argentino presione y él mismo sea quien diga que todo se ha terminado? Al tiempo.
Lo que es evidente es que de hacer contratos de más de dos años a otro amigo de Messi como es Jordi Alba cuando está acabando su etapa, a despedir de esta manera a Luis Suárez hay un punto medio: el de la profesionalidad, la dignidad y el respeto. Y no hace falta recordar que Suárez ha sido una pieza clave en convencer a Messi cuando este ha tenido, en épocas más gloriosas, alguna tentativa de marchar a la Premier.
El pasado es historia pero el presente que vemos horroriza. Koeman no pinta nada en el adiós de Suárez. Por cierto, tampoco en el de Arturo Vidal...