Antoine Griezmann será, salvo sorpresa mayúscula, jugador del Barça. Su fichaje está atado y bien atado, y ahora toca gesticular y ganar tiempo. A partir del 1 de julio, su cláusula pasará de 200 a 120 millones y el club que preside Josep Maria Bartomeu ejecutará el acuerdo alcanzado, el pasado marzo, con el delantero francés.

Miguel Ángel Gil Marín, consejero delegado del Atlético, deslizó el acuerdo de Griezmann con el Barça para ganarse la complicidad de la afición rojiblanca. Gil puede hacerse la víctima o el ofendido, pero es el primero en celebrar un traspaso muy beneficioso para su tesorería. No sólo por los muchos millones que ingresará el club. El Atlético se ahorrará la elevada ficha que percibe Griezmann (23 millones de euros anuales). La mejora de su contrato tuvo un efecto bumerán para las arcas colchoneras. El gasto se disparó y las envidias llegaron al vestuario.

Más motivos para estar preocupado tiene Josep Maria Bartomeu, el presidente del Barça. La contratación del astro francés no suscita gran entusiasmo en la hinchada azulgrana y mucho menos en el vestuario. Nadie cuestiona su calidad ni de su desparpajo, pero muchos no olvidan su Decisión, ahora hace un año. La gran duda, sin embargo, es meramente deportiva.

Griezmann, como Arda Turan hace unos años, encaja perfectamente en el ecosistema rojiblanco, pero no tanto en un modelo más rígido como el azulgrana. No es un delantero centro ni un extremo, sino un segunda punta que alcanza su máximo rendimiento cuando juega con muchos espacios. El hábitat natural de Antoine, además, es muy parecido al de Messi. Le gusta arrancar desde la banda derecha y evolucionar hacia el centro.

El Barça, hoy, es un equipo asimétrico. Pegados a la banda izquierda juegan Coutinho o Dembelé, mientras que Messi deja muy desprotegido el flanco derecho. Con Griezmann, el equipo jugará sin extremos, circunstancia que requerirá dos laterales muy profundos y un centro del campo con más capacidad de corrección. O el Barça recupera la presión alta tras pérdida de balón, o sufrirá horrores ante rivales descarados.

El gran reto de Griezmann pasa por ganarse la confianza de Luis Suárez y Messi, un tema que no es menor ni baladí. Talento al margen, el francés tiene soltura, gol y mucho carácter, virtudes de las que adolece Coutinho, quien debe financiar gran parte de su fichaje con su salida del Barça. Antoine, además, es intenso en la presión, pero deberá hacer muchos sacrificios para complementarse con los cracks sudamericanos. Y ahí radicará gran parte del éxito o fracaso de su contratación.