La historia se repite. Cuatro años más tarde, el Barça volverá a apostar por una camiseta que rompa con todos los esquemas. Será la segunda vez en la historia que el club catalán no vista en su primera equipación una zamarra basada en franjas verticales, después de que en 2015 rompiera con una tradición casi inquebrantable y que, por un momento, asomó al abismo de la locura al barcelonismo.
Una foto de la equipación del Barça de la temporada 2015-2016
La misma junta directiva que en su día decidió cambiar la tradición, repetirá experimento la temporada que viene, justo el año en que el club cumplirá 120 años de historia.
He de reconocer que cuando la vi este martes, pensé que era un espanto. También hay que destacar que la exclusiva del SPORT fue buena, pero podrían haber trabajado algo más en el fotomontaje. Las presentaciones en este formato siempre quedan horrorosas.
Pérdida de identidad
He leído todo tipo de críticas en las redes sociales sobre el nuevo estilismo del Barça, en las que destaca como principal motivación la pérdida de identidad, pero ¿solo la camiseta define a un club? La tradición debe respetarse. Yo opino que no siempre. El club necesita aumentar los ingresos y abrirse hueco en un mercado que obliga a ser innovador. Quizás, y habrá que verlo, no tenga una buena aceptación entre los aficiones culés residentes en Cataluña --reitero, algo que dudo-- pero será un éxito a nivel global.
El Barça sabe que necesita innovar y llamar la atención para aumentar los ingresos. En 2016 el club vendió en todo el mundo, en tiendas oficiales, 1.278 millones de camisetas. Hagan ustedes mismos los cálculos. El barcelonismo continúa con las manos en la cabeza, pero tranquilos, el ojo se acostumbra a todo. Para aquellos culés que creen que así se mancha la tradición, les digo que sí, pero hay prioridades que nos incumben como socios y aficionados por las que no se arma un escándalo como éste. Tradición es mantener un estilo de juego, basado en el máximo nombre de jugadores posibles criados en La Masia. Todos criticamos esta gestión --que no niego que esté siendo nefasta-- pero mientras nos llenamos la boca por ello, exigimos tripletes y resultados año tras año, sin tiempo, ni adaptaciones.
Tradición es también mantener intacto el nombre del estadio, pero el club ya busca un patrocinador que pueda ponerle un apellido. A nadie le gusta, pero el mundo del fútbol se ha vuelto loco. ¿Fichajes multimillonarios para competir entre los mejores o tradición y las vitrinas vacías? En esta vida no se puede tener todo y como dijo Miguel de Unamuno, o al menos se le atribuye: renovarse o morir.
Por siempre recordada
La apuesta es rompedora, fuera de lo convencional y, aunque parezca difícil, tras observarla varias veces me ha convencido. Todavía faltan aspectos por pulir y detallar, pero la apuesta es diferente. Es evidente que el diseño es muy similar al de la selección croata --por no decir que es un plagio-- y que el Barça sucumbe al monopolio de Nike --también diseñador y patrocinador de Croacia- pero, ¿por qué no probar? Quién no arriesga, no gana. Será una camiseta única y recordada, sí, quizás como la más fea, pero recordada.