Arturo Vidal es un tipo peculiar. No solo por su cuerpo repleto de tatuajes, su afilada cresta o los muchos jaleos que protagonizó en el pasado, algo que en el Camp Nou ya ha normalizado todo el mundo, sino por su carácter especial. Para bien y para mal.

El futbolista chileno es un guerrero. Y lo demuestra cada vez que salta al terreno de juego. Su instinto luchador le hace aislarse a la perfección de las polémicas, internas o externas, cuando está sobre el césped. El Espanyol-Barça no fue una excepción.

Vidal fue, una vez más, el “revulsivo desordenado” de Valverde para agitar un partido somnoliento. Y lo consiguió ayudando a mejorar una primera parte para el olvido y anotando el gol que, durante algunos minutos, suponía la victoria.

Sexto tanto del futbolista de San Joaquín, que ya suma el doble que todo el año pasado y amenaza los nueve que anotó Paulinho dos cursos atrás, durante la primera temporada de Valverde en el banquillo azulgrana.

Tras anotar el segundo gol de los blaugranas contra el Espanyol, el locutor de Onda Cero Alfredo Martínez lo describió como “el de la crestita, el chilenito, el denunciante Arturo Vidal”.

El término “denunciante” no era una de las habituales metáforas narrativas de Alfredo, sino que definía el papel como demandante que Vidal ejerció recientemente contra el Barça al reclamar 2,4 millones de euros al club por supuestos bonus impagados que la entidad catalana niega.

La jugada no le está saliendo igual de bien al chileno, que no se maneja con tanta soltura en los despachos como en el terreno de juego. Sus agentes sostienen que deben cobrar ese dinero, pero tanto la Liga como AFE han desestimado la reclamación del jugador, que no tiene visos de prosperar ante los tribunales.

Mientras se especula a diario con su futuro por las contantes ofensivas del Inter de Milán –donde juega uno de los verdaderos objetivos del Barça, Lautaro Martínez–, Arturo sigue actuando con oficio a las órdenes de Valverde.

Ese es el deber único de Arturo Vidal: más goles y menos denuncias.