Josep Cubells, Joan Laporta y Rafa Yuste asisten a la derrota del Barça de basket en el clásico de Euroliga contra el Real Madrid EFE
La memoria en el fútbol es mínima. Y en el Barça, más en concreto, prácticamente inexistente. Cuando el cinco de noviembre empató en Brujas (3-3) se multiplicaron los análisis catastrofistas y echaron humo las comparaciones, siempre, odiosas, con la pasada temporada.
Tres derrotas y un empate en siete partidos. Goleado en Sevilla y derrotado a manos de Real Madrid y PSG. Poca intensidad y menos energía. Ya no es, no era, el Barça del curso anterior. Eso ocurría en el césped mientras que en los despachos aparecían los opositores a Joan Laporta, tomando posiciones y señalando una gobernanza en su opinión terrible.
Un drama, al que se añadió el 3-0 en Stamford Bridge y el drama de las localidades desaparecidas horas antes del partido frente al Alavés. Todo ello, sumado a la crisis no cerrada con la Grada d'Animació, sembró un caldo de cultivo que desde la oposición se quiso, y se quiere aún, aprovechar. Hoy, desde luego, con menos fuerza que ayer...
"Hay desgaste y se nota. Y lo quieren aprovechar" se denuncia a media voz desde el entorno del presidente, quien en los últimos días ha tomado el papel de protagonista principal y ha decidido desarmar a Font, a Vilajoana y a cualquiera que se atreva a poner en duda su permanencia en el mando del Barça.
Y, lo que es el Barça, lo que son las cosas en el Barça, en un abrir y cerrar de ojos, las dudas que pudieran apreciarse alrededor de la directiva y que alguna vez existieron al referirse a la plantilla de Hansi Flick desaparecieron. Tres victorias encadenadas al hilo, diez goles marcados y un liderazgo recuperado con solvencia y hasta brillantez en el césped han sido el mejor remedio en azulgrana.
Y para ahogar esas críticas, esas demandas respecto a los abonos, nada mejor que una dosis, doble, de Laporta. Y un Laporta en forma no puede dejar pasar la ocasión de señalar primero la "barcelonitis" de Florentino para después calificar al Madrid como el poder frente al Barça, que representa "la libertad".
Al cabo de una semana nadie, o casi nadie, se acuerda del escándalo ocurrido con las entradas y ya se pasa de puntillas por todas las críticas que la oposición intenta consolidar contra una directiva que muestra una tranquilidad pasmosa. Aunque que de puertas para adentro no es tal.
En algo más de cuatro meses, si no hay un cambio de opinión y estrategia hoy muy poco probable, se celebrarán unas elecciones que de momento tienen a Joan Laporta como gran favorito. Es difícil, mucho, apostar en su contra. Más aún si el equipo de Hansi Flick responde en el césped.
Porque la memoria en el fútbol es mínima. Y en el Barça casi inexistente.