Hace una semana que el Barça ha vuelto al Camp Nou y, cuando todo debería ser alegría por la vuelta a casa y el 126 aniversario del club, el entorno culé vive en una situación de preocupación y malestar, especialmente, por la debacle de Stamford Bridge, las dudas que deja el equipo y las incidencias sufridas por los socios en los accesos del estadio.

Lejos queda la victoria ante el Athletic Club en el regreso al Spotify Camp Nou, suficientemente tranquila como para dejarla al margen, pero cuando el conjunto de Flick empezaba a recuperar efectivos muy necesarios como Raphinha o Pedri ha llegado un fuerte mazazo, en forma de derrota contundente a manos del Chelsea en la Champions, que hace temer que este año el Barça deberá disputar los play-offs previos a los octavos.

Jugar esta ronda previa tampoco sería una gran tragedia, únicamente hay que recordar que equipos como el PSG, que terminó campeón, el Madrid, Manchester City, Juventus o el Bayern las disputaron la temporada pasada, y es un partido que todos los grandes terminarán disputando, por la dificultad de la competición.

Lo que evidentemente genera muchas dudas es la fuerte debacle sufrida en Stamford Bridge, con una imagen que no es la que debe tener un candidato a campeón, y que se suma a otras actuaciones generando dudas, que muestran que este equipo no es el mismo que el de la pasada temporada, aunque, claramente, nadie debe bajarse del barco de Flick, quien debe tener toda la confianza de la afición para encontrar la tecla, pues ya el año pasado el mes de noviembre fue terrible para su equipo.

Esta debacle deja otro nombre muy señalado (una vez más) como es el de Ronald Araujo, con una nueva expulsión prematura en la primera parte que condicionó tanto al equipo como al partido, y que un central del Barça no debe cometer nunca, ya que el perjuicio que provoca es mucho más elevado que encajar un gol.

La victoria frente al Alavés, que deja a los blaugranas líderes de la categoría de forma momentánea no ha servido para espantar algunos fantasmas o las sombras de duda que deja el equipo. Y lo que fue aún peor... dejó un caos descomunal con las entradas de los socios en el Camp Nou que han vuelto a poner en el punto de mira a la junta directiva del club.

Estaba cantado que la app de Socis, que complicaba todavía más los accesos y la forma de obtener las entradas, acabaría provocando una situación como la que se vivió en el estadio blaugrana. Dejando a un lado que es algo que podía pasar, pone de manifiesto que el socio no siempre es la prioridad de los que toman las decisiones en el club.

Se acercan elecciones en el Barça y es evidente que todo lo que ocurra o puede ocurrir se mirará con lupa, pero en estos últimos años el socio blaugrana ha perdido mucho poder respecto a su club, llegando a ver como se modificaba el himno, se creaba una mascota, se autorizaban patrocinios, se decidían precios de abonos, formas de poder ir a Montjuïc, e incluso un cambio del proyecto de las obras sin contar con su aprobación, o haciéndolo sin ninguna información, como pasó con la financiación de las obras o algunos sponsors.

El club presenta varios brotes verdes, pero la forma en la que se trata a los socios o la gestión de las secciones siguen siendo un elemento a mejorar y que será objeto de campaña. Son elementos que pesarán mucho en las próximas elecciones y que son importantes para la masa social culé, aunque muchos aficionados no socios no lo puedan entender, y con una oposición desordenada que hasta la fecha no ha presentado un proyecto sólido, aunque faltan varias plataformas y precandidatos por aparecer.

El socio, sea como sea, merece un respeto mucho mayor al que ha tenido, con una preferencia real y efectiva para todo, beneficios y privilegios que no debe tener nadie más dentro del club, algo que no solo no ocurre en la actualidad, sino que semana tras semana deben ver como el espectador turista pasa por delante del socio de toda la vida, por una cuestión meramente económica.

Falta por ver qué pasará con los abonados de Montjuïc que no tenían abono en el Camp Nou cuando acabe esta temporada, una cantidad muy pequeña de socios que se ha mostrado muy fiel durante el exilio y cuando las cosas no iban tan bien, pero que todo apunta que no verán recompensados sus esfuerzos y pueden ser desechados de una forma muy cruel.

El Barça es un club difícil, con una masa social muy exigente, pero esto es justamente lo que lo convierte en el mejor club y el más especial del mundo, y debe seguir siendo así; con el socio en el centro de todo, defendiendo un modelo de club del que todos nos sentimos orgullosos.