Contra todo pronóstico y, contra lo que podamos pensar, algunos jugadores del Barça están lejos de ser pretenciosos. Podríamos decir, incluso, que han aprendido la lección o, simplemente, confían tanto en el míster actual que su grado de madurez les lleva a ser consecuentes, profesionales y a escuchar. Pero hay una remesa de jugadores con talento, unos más que otros, que se creen los dueños del mundo. Cuidado.
No es de extrañar. Las estrellas actuales del rock and roll son los jugadores de fútbol. Los periodistas ya no entablan grandes amistades cuando llegan y tienen un ejército de chupones a su alrededor que crean un muro imposible de derrumbar. Pero Hansi Flick habla claro, tiene la confianza de la directiva, del presidente, y una experiencia que no le hace dudar de sus acciones, pero tampoco de las consecuencias.
Por todo ello, el míster exige compromiso y humildad a sus futbolistas. Habla poco, lo sigue haciendo en inglés, pero se entiende perfectamente. Así que, entre la lista de jugadores comprometidos pese a relaciones en el pasado y presente más o menos discutibles, está el mismo Frenkie de Jong o Ter Stegen.
Pero, al otro lado, hay nombres que se repiten y deben empezar a rectificar su camino. Uno que, después de revalidar su capitanía, está intratable es Ronald Araújo. Lo que le faltaba para creerse aquello de que tiene talento... Otro es Balde, que no entiende que todo lo que sube, baja en esta vida. Aparte de que ser amigo de Lamine Yamal también le reporta ese aura de estar un poco endiosado, algo totalmente absurdo.
Un capítulo aparte merece Gavi, siempre con una filosofía del mundo centrada en la imagen, la rivalidad de apariencia y con un tema en el tintero con Fermín que merece una explicación más ampliada. En la coronación de esta lista encontramos a Lamine Yamal, capaz de discutir cuándo puede jugar, aunque no esté al 100%, o cómo quiere jugar.
Pero, de momento, este problema es menor y relativo porque las cosas salen. Eso sí, la pelota debe entrar, porque con goles y asistencias que solo dan empates, como el del Rayo Vallecano del domingo pasado, no justifica sus aumentos de 20 millones por temporada.