Es muy preocupante que, tras 4 años y medio de mandato de Laporta y en su último mercado veraniego antes de las elecciones que se celebrarán en junio de 2026, el FC Barcelona siga teniendo problemas para inscribir a sus fichajes. Eso significa que la gestión económica de esta junta está siendo nefasta y que la situación financiera del club está mucho peor que cuando llegaron: más deuda, menos patrimonio debido a los activos vendidos y todavía con fondos propios negativos.
Que haya que esperar a que un jugador de la actual plantilla se lesione de gravedad para poder inscribir a los fichajes es patético y una reiterada falta de planificación. Dani Olmo sufrió una pesadilla y se repite la historia. A Ter Stegen lo renovó Laporta hace dos años por un pastizal y por cinco temporadas cuando el portero tenía ya 31 años, un error del que no puede culparse a la herencia. Es una leyenda y un jugador ejemplar. Lleva 11 temporadas y es el portero del último verdadero triplete (Champions, liga y Copa en el 2015). Como buen profesional, lo único que quiere es estar el mínimo tiempo de baja posible y poder disputarle la titularidad a Joan García.
Ha vuelto a ser vomitiva la campaña mediática que ha sufrido de los mismos voceros oficialistas sin escrúpulos de siempre. Que a falta de una semana para empezar la liga el Barça tenga cuatro porteros con experiencia en la élite y sueldos importantes, y solo el teóricamente descartado, Iñaki Peña, esté inscrito es una aberración absoluta. El vestuario del Barça debe haber alucinado con la despótica intromisión de Laporta. El expediente sancionador y la retirada momentánea de capitanía a Ter Stegen decidida por Laporta no tenía ningún fundamento jurídico, ya que una empresa no puede castigar a un trabajador por ejercer un derecho fundamental, como es el derecho a preservar su intimidad médica.
Los jugadores han comprobado como, primero, el presidente se atreve a pisotear su autogestión desautorizando su elección de los capitanes y, segundo, los contratos firmados parecen no tener ninguna validez porque cuando quieran prescindir de ti te harán una mezquina campaña para ensuciar tu imagen obligándote a renunciar a tus derechos contractuales. Le pasó a Koeman, a Xavi, a Messi, a De Jong, a Piqué, a Mirotic, a Jasikevicius… A tantos. Un presidente que maltrata a las leyendas del club está mancillando el patrimonio sentimental de la institución.
A falta de una semana, el Barça pierde a su líder de la defensa, Iñigo Martínez, que se va gratis, curiosamente, a Arabia, el país acostumbrado a pagar traspasos millonarios. Iñigo tenía todo el derecho a irse y la directiva, que le renovó hace solo 3 meses, la obligación de ponerle una cláusula de rescisión para que el club ingresara algo por su venta en lugar de regalarlo. Flick debe estar encantado con esta pérdida a falta de una semana para empezar la temporada, pero el alemán, que ha sufrido una de las peores planificaciones de la pretemporada, debe estar ya acostumbrado a tanta imprevisión.
Este verano ha vuelto a quedar patente que la mentira y la improvisación siguen siendo los rasgos de la disparatada gestión de la directiva.
Si el Barça se hubiera ahorrado los 50 millones pagados por una comisión innecesaria a Darren Dein por renovar el contrato con Nike, comisión que no ha pagado nunca ningún presidente ni ningún otro club como Madrid, Atlético, City o PSG por renovar su sponsor técnico, y los 60 millones de multa impuesta por la UEFA debido al incumplimiento de la normativa contable cometido por esta directiva, el Barça estaría en la regla 1.1 y podría fichar e inscribir lo que quisiera. Por cierto, hace 40 días que se cerró el ejercicio económico 24-25 y la directiva no se atreve a dar los resultados económicos porque las pérdidas, nuevamente, están aseguradas.
El ridículo verano de la directiva empezó con el retransmitido y fallido fichaje de Nico Williams, siguió con el fantasmagórico anuncio de vuelta al Camp Nou para el Gamper que, finalmente, se disputará en el campo del filial y contra un rival menor. Por cierto, se jugará sobre unos terrenos de la ciudad deportiva que Laporta, muy dado a empobrecer patrimonialmente al club, se vendió en su primer mandato, demostrando que apostar por la cantera nunca fue su prioridad, y que Sandro Rosell recompró al llegar a la presidencia para ampliar la ciudad deportiva e inaugurar el edificio de la nueva Masía.
Laporta tendrá el dudoso honor de haber organizado, quizás, el peor Trofeu Joan Gamper de sus 59 años de existencia. Es insólito e inadmisible que a 10 días para que comience la liga no se sepa en qué estadio jugará el Barça ni cuántos y ni qué socios y abonados tendrán el privilegio de ver a su equipo. La asociación con la República del Congo, el país que no respeta los derechos humanos y las violaciones a las mujeres son el pan de cada día, es otra patada al código ético y a la imagen del club, que en teoría se distinguía por tener unos valores irrenunciables que ahora parecen una broma de mal gusto. Han conseguido convertir el más que un club en un club más.