El nuevo Camp Nou será un estadio espectacular. El más grande de Europa y uno de los más fastuosos. Los socios y aficionados del FC Barcelona tienen ganas de volver a casa, pero las obras se eternizan. El presidente, Joan Laporta, argumentó que el club había escogido a Limak, en detrimento de las constructoras españolas, porque la compañía turca aceptaba las condiciones económicas y los tiempos impuestos por el Barça.

La tesis de Laporta ya no se sostiene. Las obras acumulan casi un año de retraso y el precio está bajo sospecha. El Espai Barça incluía la construcción del nuevo Palau Blaugrana y, hoy, todavía no hay proyecto ni financiación para el futuro pabellón polideportivo. Tampoco del hotel y de las oficinas que deben edificarse junto al Camp Nou.

Laporta ya quiso renovar el Camp Nou en su primer mandato, pero no prosperó el proyecto de Norman Foster. Quince años después, retocó el plan de Nikken Sekkei y del expresidente Bartomeu y apostó por una obra mucho más ambiciosa. Y costosa.

El Barça, tras unas largas negociaciones con Goldman Sachs, logró un crédito de 1.450 millones para la adecuación del Camp Nou. Y, pronto, muy pronto, comenzaron los engaños. El primero, al asegurar que el equipo solo jugaría un año en Montjuïc, cuando desde el Ayuntamiento de Barcelona aseguraban que, como mínimo, el Barcelona estaría dos años en el Olímpic Lluís Companys.

El máximo dirigente también anunció que el Barça regresaría al Camp Nou en noviembre de 2024, para celebrar el 125 aniversario de la fundación del club. Después dijo que sería en enero o febrero. Pasaban los meses y el clásico contra el Real Madrid, de carambola, se jugó en Montjuïc, al aplazarse un concierto previamente programado de los Rolling Stones.

El socio del Barça aguantó, porque no le quedaba más remedio, y soñó con volver al Camp Nou en agosto. El club anunció que el Gamper se disputaría en su casa el día 10, pero el Ayuntamiento no puede dar la pertinente licencia de primera ocupación porque el estadio todavía está hecho unos zorros. 

El tiempo juega en contra el Barça. La presión para Limak es máxima, aunque nada se sabe del millón de euros que debía abonar la constructora turca por cada día de retraso. Ahora, el objetivo es poder jugar el partido de Liga contra el Valencia (13 o 14 de septiembre) y los duelos de la primera fase de la Champions en su estadio. Apenas quedan dos meses y los permisos requieren más tiempos. El Ayuntamiento hará la vista gorda, pero tampoco puede hacer milagros, y Laporta se expone a un ridículo histórico. Ya nadie se cree sus promesas y el Barcelona sigue instalado en la provisionalidad total.