Javier Miguel, opinador de Culemanía

Javier Miguel, opinador de Culemanía CULEMANÍA

Hablemos del Barça

Ansu se queda sin el 10

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El FC Barcelona anunció este martes la renovación y cesión de Ansu Fati. Aunque parezca un contrasentido, se le renueva hasta el 2028 con el único objetivo de rebajar su ficha actual -14 millones de euros brutos- y se le cede al Mónaco con una opción de compra no obligatoria de 11 millones. Un precio prácticamente de saldo para un delantero, que deja bien claro cuál es la intención de la entidad catalana: quitarse de encima cuanto antes una losa que arrastra desde hace casi un lustro.
Las imágenes que ha cedido el club monegasco han servido básicamente para constatar que Fati no volverá a lucir nunca más el dorsal número 10. De hecho, en el Mónaco llevará el 31: el 10 es propiedad del ruso Aleksandr Golovin. Y si un día regresa a Barcelona, tampoco será el propietario de ese mítico número, que a partir de la próxima temporada llevará Lamine Yamal, para satisfacción del departamento de marketing que llevaba años reclamando alguien con hechuras para portar el 10.
Lo cierto es que desde que Ansu cogió el relevo del 10 de Messi, su carrera se ha visto abocada a un descenso a los infiernos que ni el mismísimo Dante sería capaz de describir. Y es que a las malas decisiones y peores consejos, se ha unido la mala fortuna y un entorno poco recomendable, echando por la borda una carrera que apuntaba meteórica.
No hay duda de que las lesiones han sido el auténtico talón de Aquiles del canterano. Una grave lesión en la rodilla, que se complicó en el postoperatorio, obligaron al jugador a regresar hasta en tres veces más al quirófano, marcándolo de una forma tan traumática, que a partir de entonces no quiso ni oír hablar del bisturí. De ahí que cuando se lesionó un año después en el tendón proximal del bíceps femoral desoyera todos los consejos de los médicos del club, que le instaban a una operación, optando al final por un método conservador. Decisión que acabó cavando su propia tumba, ya que desde entonces no ha levantado cabeza.
Ni Xavi Hernández, ni después Hansi Flick le dieron bola -el técnico alemán llegó a entrever que no entrenaba bien-, teniendo que buscar soluciones fuera del club catalán. Sin embargo, su cesión al Brighton inglés fue un absoluto fracaso, con De Zerbi llegando a apartarlo de las convocatorias.
Ahora en Mónaco tendrá una nueva oportunidad de resarcirse. A sus 22 años todavía tiene tiempo de volver a sentirse futbolista. Pero para empezar ha de recuperar una filosofía de trabajo, que escuchando a Flick parece que había aparcado, y contar con la confianza del nuevo entrenador, además de un poco de suerte a la hora de esquivar las lesiones. A partir de aquí, en manos de Ansu está su futuro: o renacer cual ave Fénix o acabar siendo un juguete roto.