Hansi Flick está demostrando, con creces, su sabiduría futbolística, cogiendo un  puñado de chavales bisoños para educarlos en la gloria, a base de trabajo, orden, sacrificio y talento. El técnico alemán se ha ganado el cariño de la afición, el apoyo de la directiva y el compromiso del vestuario, tanto por su forma de gestionar el grupo, como por sus conocimientos futbolísticos. Nadie, ni tan siquiera el más crítico de la oposición, pone en duda la labor de Flick en el banquillo del FC Barcelona. Es más, aquellos que le señalaban este verano como un mero "profesor de gimnasia" e incluso "un paracaidista", se han retirado definitivamente a la cueva, de la que nunca tenían que haber salido.
Pero no todo deben ser lisonjas para Flick. De hecho, el técnico alemán se ha metido él solito en un atolladero, que ahora mismo resulta difícil vislumbrar la solución. Cuando los culés parecían vivir en el edén blaugrana, un problema ha aparecido en el horizonte. Un problema que no estaba en el calendario de nadie, un problema que nace por una sanción y que ahora mismo nadie sabe cómo acabará.
Evidentemente, estamos hablando de la portería. Desde la lesión de Marc André Ter Stegen, todas las miradas se fijaron en Iñaki Peña, un portero que había respondido cuando se le había requerido, quizás sin muchas estridencias, pero sí con un pragmatismo remarcable. El club, ante la lesión de larga duración del meta alemán, decidió llamar a la puerta de un jubilado, que estaba pasando los lunes al sol en Marbella: Wojciech Szczesny. En principio, el portero polaco llegaba para cubrir alguna emergencia y así fue durante los primeros meses. Hasta el inicio del 2025, 'Tek' era más conocido por la afición por sus vapeos en la celebración del vestuario del Bernabeú tras ganar 0-4 en LaLiga, que por su trabajo en el club. Era un portero que se había ganado el cariño de la gente sin haberse puesto, como aquel quien dice, todavía los guantes.
Pero, a partir del 2025, todo cambió. Flick decidió darle la oportunidad en Copa, ante el Barbastro, y el polaco respondió con creces, en un partido poco exigente, todo hay que decirlo. Después llegó la Supercopa, donde Peña cometió la imprudencia de llegar tarde a la sesión de activación previa a la semifinal ante el Athletic, con el castigo consecuente: fuera del once. Y a partir de aquí la historia se comenzó a escribir con renglones torcidos para el meta alicantino, si bien acabó jugando los últimos minutos de la final de la Supercopa y el partido de Copa ante el Betis, por la expulsión de Szczesny. 
Cuando todo el mundo creía que se iba a producir un equilibrio de fuerzas entre 'Tek' y Peña, con reparto de competiciones -imitando el duelo Claudio Bravo (LaLiga) y Ter Stegen (Champions y Copa) de la exitosa primera temporada de Luis Enrique (2014/15)-, Flick se encargó de dinamitarlo, dándole al polaco la titularidad ante el Valencia en LaLiga. Sus declaraciones posteriores no dejaban margen de duda: 'Tek' le había arrebatado el puesto a Iñaki.
El argumento principal empleado por el técnico alemán, "con Szczesny no hemos perdido ningún partido", no parece tener la solidez suficiente para darle toda la credibilidad. Seguramente hay cosas que se nos escapan, pero lo cierto es que el meta polaco transmite una sensación de inseguridad bajo los palos, a veces incluso hasta cierto pasotismo, que deja siempre con una sensación de mal cuerpo el culé.
Por ahora, 'Tek' sigue quemando partidos, con más o menos fiabilidad. Pero quien piense que el debate está cerrado, está muy equivocado. Si alguien quiere buscarle las cosquillas al alemán, lo tiene muy fácil: preguntarle por la portería. Cada vez que sale la cuestión, a Flick se le nota molesto e inquieto. Por algo será...