Jordi Farré, ese eterno aspirante a la presidencia del Barça al que de vez en cuando le pierden las formas, volvió al foco mediático el pasado miércoles. Lo hizo como mejor sabe, generando ruido, con declaraciones muy contundentes y con ese punto de agallas --algunos lo llamarán arrojo, otros arrogancia y otros, quizá, inconsciencia-- que le puede llevar a meterse en un buen lío. Le preguntaban si pensaba interponer una moción de censura contra Laporta y, ni corto ni perezoso, aseguró que sí porque "en la junta de Laporta se han dado casos de corrupción".
Farré utilizó la palabra corrupción en diversas ocasiones, pero el impacto de sus palabras no tuvo tanto eco mediático como le ocurrió en otros tiempos. Unas acusaciones tan graves y parece que hayan pasado de puntillas. El mismo miércoles, sin ir más lejos, en el Onze de TV3 salió el tema y dio la sensación de que habían tenido más trascendencia sus ataques a Víctor Font que sus acusaciones de "corrupto" a Laporta.
Tal vez la prensa haya dejado de tomar en serio al impulsor de la moción de censura de 2020, que terminó, a la postre, acelerando la dimisión de Josep Maria Bartomeu. Sin embargo, no es de recibo que un tema como este deje de tener recorrido.
El señor Joan Laporta debe reaccionar de forma contundente. El presidente del Barça ha sido calumniado gravemente y todavía no ha movido ficha. Ha preferido ignorar a Farré que entrar al trapo, pero no le queda más remedio que querellarse. Laporta debe interponer una querella criminal contra Jordi Farré por un delito de calumnias. Un presidente del Barça no puede permitir que le llamen corrupto y mirar hacia otro lado.
Farré justificó sus acusaciones de forma explícita: "Que se pague una comisión cercana a los 60 millones de euros a una persona --Darren Dein-- que interviene en una relación --la de Nike con el Barça-- que existe desde hace 25 años para mí tiene un nombre que ya te lo he dicho, como lo de ISL, es un caso claro de corrupción". "¿Y qué cree que ha pasado con ese dinero?", le preguntamos a Farré desde Culemanía. A lo que el rey del frankfurt contestó: "No tengo ni idea de lo que ha pasado con ese dinero, pero yo tengo claro que para firmar un acuerdo con un cliente de 25 años no necesito traer a un intermediario que no tiene nada que ver. No me huele bien y no lo creo".
Laporta debe salir a defenderse. Y si hay dudas sobre esa comisión de Darren Dein, o sobre el préstamo de ISL, o sobre el fichaje de Vitor Roque, o sobre las adjudicaciones del Espai Barça, debe dar las explicaciones que sean necesarias. Obviamente, corresponderá a Farré demostrar la existencia esos casos de corrupción, si es que existen. Pero Laporta tiene una ocasión perfecta para dejar claro que no hay nada de eso. El presidente debe demostrar que su gestión está limpia de cualquier supuesto o indicio cercano a la corrupción.