En el momento en el que los resultados deportivos han dejado de llegar, en el Barça vuelve a planear la palabra más temida y repetida de las últimas temporadas: crisis.
Los de Hansi Flick han sumado únicamente 5 puntos de los últimos 21 disputados, unas cifras muy, muy negativas que han provocado que los blaugranas ya no sean los líderes de la categoría, posición que ahora ocupa su último rival, el Atlético de Madrid, y con números peores a los que consiguió Xavi Hernández la pasada temporada.
Ciertamente el Cholo Simeone consiguió una victoria inmerecida en el Estadi Olímpic que agravó la mala situación del Barça, ya que el juego volvió a ser el de los grandes partidos, pero otra vez el equipo sumó una nueva derrota, como ya ocurrió contra Las Palmas o Leganés.
Con el Atlético se puede perder, pero las derrotas de Montjuïc y los empates ante Celta y Betis son inexplicables, máximo cuando el Barça venía de golear a Madrid o Bayern, haciendo lo más difícil, exhibiendo una gran versión y empezaba a recuperar jugadores.
No se entiende que con todo a favor los de Flick hayan tirado por la borda todo el trabajo previo y hayan mostrado las dudas que hemos visto las últimas semanas. Seguramente el parón de Navidad será un balón de oxígeno para hacer un reset, pero estos malos resultados han puesto de manifiesto la situación en la que se encuentra sumida el club en la actualidad.
Montjuïc habló contra el Atlético, y lo hizo con claridad: la afición pide la vuelta de la Grada d'Animació. El Lluís Companys se ha visto muy frío estas últimas semanas sin la grada de animación, gélido en muchas ocasiones o, bien, desorganizado, iniciándose cánticos desde varios sectores sin criterio o coordinación.
No es baladí que sin la Grada d'Animació los de Hansi Flick no hayan conseguido ninguna victoria en tres partidos de Liga. El público debe ser ese jugador número 12 que empuje el equipo, especialmente en los malos momentos. O el que muestre su malestar o presione al colegiado para evitar ciertas decisiones demasiado habituales contra el Barça que no ocurren contra otros equipos.
El conflicto con la Grada d'Animació no es el único de los quebraderos de cabeza de Joan Laporta, que debe sentarse con ellos y llegar a un acuerdo por el bien de todos; el presidente también está buscando la forma de inscribir a Dani Olmo y Pau Víctor antes del 31 de diciembre.
No puede ser que, una vez más, el Fair Play financiero y sus problemas estén en el orden del día después de todo, y menos llegados a estas alturas, donde el margen de maniobra es mínimo y el club no puede vivir otra vez en el alambre, al filo de lo imposible y sin un plan claro a seguir, donde nuevamente existe demasiada improvisación y poca concreción.
Hablando de Dani Olmo, el fichaje estrella del Barça parece que no puede disputar más de tres partidos como titular y ha perdido la determinación que ilusionó a toda la afición, un problema importante, ya conocido de su etapa en Alemania, pero que el Barça debe solucionar porque Olmo debe ser ese jugador que se ponga al equipo a la espalda cuando haga falta.
El regreso al Camp Nou también parece que será uno de los temas a tener más en cuenta este 2025, pues no sólo no sabemos cuándo vamos a regresar a casa, sino que también existen dudas sobre la continuidad en Montjuïc, hasta el punto de plantear otros estadios. Surrealista.
Resulta totalmente inexplicable que la junta directiva afirme que no se están aplicando las penalizaciones previstas en el contrato por retraso a Limak cuando no se ha vuelto todavía al Camp Nou, y parece que este regreso está más lejos de lo que se pensaba.
Finalmente, el acuerdo con Nike ya es una realidad, aunque se haya votado sin la transparencia que hubiéramos deseado (algo que criticó la actual vicepresidenta Elena Fort en 2014), pero que sigue siendo una gran noticia para el Barça, que firma uno de los mejores contratos de patrocinio por este concepto del mundo del fútbol.
Repasando las secciones, la crisis actual del Barça también las alcanza: el Barça de baloncesto es un mar de dudas, irregular y sin un rumbo claro, algo que un club como éste no puede permitirse y obliga a una profunda reflexión, no sólo respecto a la continuidad o no de Peñarroya, sino sobre el modelo, estilo y proyecto a seguir.
El hockey tampoco está cumpliendo en la Champions, el Barça Atlètic se ha mostrado muy irregular, por lo que las únicas alegrías llegan de parte del Barça Femenino y del balonmano, un balance demasiado pobre para un club multidisciplinar y global.
Termina el 2024, posiblemente con más brotes verdes que hace un año, pero con la certeza de que este 2025 queda mucho trabajo pendiente por hacer, y que hay que seguir avanzando en paso firme, construyendo proyectos de futuro con bases muy sólidas que sitúen el Barça donde le corresponde.