"Madrid es de todos. Madrid es España dentro de España. ¿Qué es Madrid si no es España?", se preguntó hace tiempo la poeta Díaz Ayuso. En ella se han inspirado los encargados españoles de montar la candidatura para el Mundial 2030, certamen compartido con Marruecos y Portugal. El libro de la candidatura es una oda al centralismo. Fuentes federativas cierran el debate: la final, en caso de disputarse en España, será en Madrid. Existe el miedo entre los organizadores que, mientras España se enzarza en guerras internas, Casablanca ponga la quinta marcha y logre la organización de la final del mundo.
En el dosier de 180 páginas elaborado por la FIFA se proponen tres estadios para el partido inaugural y la final: El Santiago Bernabéu de Madrid, el Camp Nou de Barcelona y el Hassan II de Casablanca. Mientras que la mejor nota se la lleva la ciudad condal y el estadio marroquí es el que tendrá más capacidad, el feudo blanco a duras penas cumple con el requisito de aforo indispensable para albergar los dos partidos.
Barcelona es la ciudad más puntuada por el comité de valoración. Los tres estadios propuestos reciben una nota de 4,3. La capacidad hotelera de las tres ciudades empata a cinco puntos y los sistemas de transporte obtienen un 4,7. En el único apartado que destaca más una ciudad que otra es en el de espacios habilitados para la fan zone, donde Barcelona obtiene un 4,7, superando en dos décimas a Casablanca y Madrid. Es una decisión lógica, ya que estar abierta al mar en un mes caluroso es un punto a favor para cualquiera. Ya saben: en Madrid no hay playa, vaya, vaya.
Que en los despachos en los que se dirige el futbol se nieguen a albergar la final del mundo en otra ciudad que no sea Madrid es una muestra más del madridismo (o madrileñismo) sociológico del país. "¿Si el estadio con más nota y con más capacidad está en Barcelona, por qué la final se jugará en Madrid?", le preguntaron hace poco al candidato valenciano a las elecciones de la Federación Española, Salvador Gomar. "Porque Madrid es la capital", fue su argumento inapelable. En seis de las últimas once ediciones de la Copa del Mundo han llevado la final lejos de su capital: Japón, Brasil, Estados Unidos, Sudáfrica, Qatar y de nuevo Norteamérica, cuya final del 2026 se organizará en Nueva Jersey.
Más allá del último partido, el colmo del madrileñismo es la organización de todos los eventos relacionados con la Copa del Mundo. Todo lo relativo al Mundial se concentra en un radio de 600 kilómetros, los de la capital. Marruecos propone el Foro Internacional de Casablanca como lugar para albergar el centro de transmisiones internacionales (IBC). España, la Casa de Campo de Madrid. La candidatura española ha decidido que dicho recinto es mejor que la Fira de Barcelona para albergarlo, a pesar de que la ciudad catalana organiza, año tras año, el congreso de tecnología más importante del planeta (el Mobile World Congress).
Para albergar el sorteo de la fase final, Marruecos habilita el gran teatro de Rabat, Portugal hace lo propio con el MEO Arena de Lisboa. España ofrece el Wizink Center de Madrid. Para las comisiones de trabajo, Marruecos ofrece la ciudad de Benguerir y Portugal propone Oporto. En España, para sorpresa de nadie, el Palacio Principe Felipe de Madrid. Incluso el congreso FIFA, pretenden organizarlo en el Palacio IFEMA de Madrid.
El Ayuntamiento de la ciudad, la Generalitat y el Futbol Club Barcelona defienden que su candidatura es la mejor posible. Tienen la mejor nota técnica, experiencia en la organización de los Juegos Olímpicos, una ciudad puntera de Europa abierta al mar y el estadio con más capacidad del estado. Sin embargo, ni rastro de Barcelona (ni de otras ciudades españolas) en la organización de la Copa del Mundo. ¿Acaso Barcelona no tiene capacidad para organizar el sorteo de la fase final, o para albergar el corazón de una Copa del Mundo, el IBC? Realmente me pregunto: ¿es el Mundial de España o el de Madrid?