Es verdad que no ha ganado un título todavía, y que solo ha vencido a sus cinco primeros rivales en la Liga, que es mucho si tenemos en cuenta el pesimismo que había. Pero lo ha hecho dando una exhibición de autoridad, solidez y confianza, y, de paso, los resultados y especialmente el juego están sirviendo para levantar los ánimos y las ilusiones de sus aficionados. Es un Barça, este de Hansi Flick, que camina recto, que tiene las ideas claras y que practica un fútbol que enamora. Por lo menos hasta ahora. Es un fútbol ideal para comenzar la reconquista de los corazones de todos los culés. Un fútbol para que los socios ansíen que las puertas del Camp Nou se vuelvan a abrir lo antes posible porque el Lluís Companys se hace cada vez más pequeño. Un fútbol que no da pie para una crítica mala, entre otras cosas porque su defensa funciona, su ataque tiene siete goleadores, y su ambición es la que normalmente tienen los chicos jóvenes por convertir todos sus deseos en realidad.
En el campeonato español hasta ahora no ha encontrado adversario que lo haga sufrir. Todo lo contrario. Es el Barça quien los lleva por el camino de la amargura, los convierte en pequeños como hizo el domingo con el Girona. Para los jugadores azulgrana este último encuentro debió servir de ensayo para el que tienen que afrontar mañana en la Liga de Campeones.
El Mónaco medirá el nivel del Barça ante rivales europeos. Comparte el segundo puesto con el Marsella. Los dos están a dos puntos del líder, el PSG de Luis Enrique. Los del Principado han ganado tres partidos y empatado uno. Han marcado 7 goles y solo han recibido 1.
Sin duda, un enemigo de respeto. Un rival para confirmar que la reconquista del prestigio deportivo del Barça –el deportivo- va por buen camino.