Por todos es sabido que el estado económico del Barça pasa por la explotación del nuevo Camp Nou y los ingresos extra que genere (unos 340 millones), algo que a corto plazo no sucederá mínimo hasta diciembre de 2024, aunque con los últimos movimientos del Ayuntamiento de Barcelona bien podría ser ya en 2025.
Pese a estos contratiempos, el barcelonismo ha dado leves síntomas de mejora con los abonos de Montjuïc, que han superado a los vendidos la pasada temporada, pasando de 17.000 en la 2023-2024, a unos 20.000-21.000 para esta próxima campaña a falta de cifras oficiales. Aunque se han quedado lejos de los 27.000 que el club puso a disposición de sus socios.
A la vista de los resultados, el club haría bien en analizar por qué el socio sigue resistiéndose a subir al Estadi Olímpic en un momento en el que el club necesita a su afición. Y, aunque no es lo mismo que jugar en el Camp Nou, subir a Montjuïc tampoco es excusa para el abonado de Barcelona. Montjuïc tampoco es el Everest, si bien es cierto que el club no ha puesto muchas facilidades.
Lo que sí que ha quedado claro es que existe una masa de socios muy fieles a su equipo y que, por segundo año consecutivo, han comprado su abono para Montjuïc. Según informó el club, de los 17.000 abonados de la pasada temporada, la inmensa mayoría ha renovado su compromiso con el Barça y serán los primeros en acceder al nuevo Camp Nou, un premio quizás demasiado pequeño. Más aún si tenemos en cuenta que, de esos 17.000 aficionados, únicamente 3.200 no eran abonados al Camp Nou, un número que tal vez es lo suficientemente reducido como para que su compromiso no sólo sea para esta temporada, sino que debería ser permanente con la vuelta al Estadi.
Los resultados ofrecen serias dudas, y como el Barça es un club multidisciplinar también sería importante analizar la escasa presencia de socios en el Palau Blaugrana esta temporada, donde el equipo de baloncesto tampoco ha ayudado mucho, pero no se han conseguido las cifras de otras temporadas, igual que ha sucedido con el balonmano, hockey patines y fútbol sala. La asistencia del Palau Blaugrana es ya un mal endémico del que hasta la fecha no se han encontrado soluciones. Pensar en que la Euroliga quiere enviar al equipo al Sant Jordi nos puede hacer temer lo peor: tener un gran pabellón pero demasiado vacío como para optar al título.
El equipo femenino tampoco se ha quedado al margen. Pese a la final de Bilbao, el socio no ha llenado Montjuïc cuando el equipo se ha desplazado, algo que no debería ocurrir si queremos demostrar que el equipo merece jugar en un estadio de mayor capacidad. Por el momento, el Estadi Johan Cruyff tampoco genera los ingresos que el Barça necesita, véase la escasa asistencia con el filial.
El club debe analizar bien estos resultados y una vez con el diagnóstico urge tomar medidas; el Barça no puede tener las mejores instalaciones del mundo y que la afición no las llene cada fin de semana. El barcelonismo hay que vivirlo, sea en el deporte que sea; por lo que toca pensar, ser ingeniosos y demostrar que el potencial del Barça va mucho más allá de un partido o un equipo en concreto.
Y, por cierto, tras visitar Montjuïc asiduamente esta temporada, no sólo es el Barça el que debe tomar medidas para sus instalaciones. El Ayuntamiento también tiene el deber de dar mucha más vida a la instalación más icónica de Barcelona 92, que únicamente sirve para algún concierto esporádico. Barcelona debe mantener encendida la flecha que lanzó Antonio Rebollo el 25 de julio de 1992 de manera habitual y devolver la gloria y el orgullo que sentimos todos con la montaña de Montjuïc todo el año.