Llega el mes de julio, se cierra el ejercicio contable de la temporada 2023-2024 (la competición ya finalizó en mayo y este junio terminaron todas las secciones) y se abre el mercado de fichajes con más incertidumbres que certezas.

Con el ejercicio cerrado será el momento de ver si realmente se han cumplido los objetivos y se consigue volver a la norma del 1-1 del fair play financiero, un punto que tendrá mucho impacto en este mercado.

Por el momento, el ejercicio anterior se ha cerrado con los 40 millones de Líbero todavía en el aire y seguimos pendientes del nuevo inversor que se haga cargo de Barça Vision y abone lo debido. Pero desde el club existe optimismo con que se conseguirá la norma del 1-1 sin necesidad de esta partida, lo que deja todos los escenarios abiertos.

Antes que nada no debemos confundirnos. Alcanzar el 1-1 no significa que el Barça vuelva a los mercados de fichajes de antes de la pandemia, con traspasos millonarios y escasos traspasos. El 1-1 implica todavía una necesidad de vender: cada euro que sale o se ahorra se podrá destinar a una nueva incorporación, pero evidentemente, seguimos necesitando salidas.

Puede ser que el club ya no tenga la necesidad de unos meses, donde todas las piezas del equipo de Xavi a excepción de Lamine Yamal y Cubarsí estaban en el escaparate, pero sigue siendo necesario traspasar jugadores, y, principalmente, hacerlo bien, algo que nunca ha sido el punto fuerte del Barça.

Ahora mismo existen muchas incógnitas, muchos nombres en la lista de posibles traspasos, como los de Raphinha, De Jong, Araujo, Ferran o Ansu Fati, pero todavía no conocemos las intenciones del nuevo entrenador Hansi Flick, que será el que tendrá la última palabra junto con Deco y debe establecer las líneas maestras de su proyecto, comenzando por el dibujo táctico y sus imprescindibles.

En el apartado de llegadas, tal vez más complicado que las salidas, los nombres parecen ser mucho más claros: un mediocentro defensivo y un extremo izquierdo, o lo que es lo mismo: Kimmich y Nico Williams.

Sin duda alguna ilusiona y mucho pensar en qué equipo podría alinear Flick si el club consiguiera fichar a ambos, aunque evidentemente sus llegadas comportarían salidas, asumibles y necesarias.

Con el fútbol de clubes de vacaciones llega la hora de los despachos, de tomar decisiones y demostrar que el Barça está más vivo que nunca, que el equipo puede volver a ilusionar a su afición y mandar un mensaje muy claro a todo el mundo del fútbol de que, por muy mala que haya podido ser la temporada o muy complicada sea la situación del club, el Barça sigue siendo el Barça y los objetivos siempre son los mismos, seguir siendo uno de los clubes más grandes del mundo.

Kimmich y Nico Williams enviarían un mensaje muy claro y darían toda la consistencia que el proyecto de Flick necesita; el alemán es el punto de apoyo que defensa y delanteros necesitan y que no se encuentra desde la salida de Sergio Busquets, mientras que el joven de los Williams es el descaro, el amigo de Lamine Yamal y la sensación de la Eurocopa del que todo el mundo habla.

Mensaje enviado, cero miedo al Real Madrid de Kylian Mbappé y muchas ganas de que empiece a rodar el balón, aunque para llegar a este punto debemos convertir lo que hoy es un sueño en una realidad, dar muchos pasos en la dirección correcta y ser efectivos y muy valientes, el Barça bien lo merece.

Y también tengamos clara una cosa, no sólo es el Barça de Flick el que se la juega este mes de julio y agosto ni la estabilidad financiera del club, es también la junta directiva de Joan Laporta, que ha visto como en los últimos meses su credibilidad empezaba a ser cuestionada, sus decisiones criticadas, por parte de unos socios y una afición que piden más a alguien que ya había conseguido todo esto en su primera etapa, pero que ahora da síntomas de tener demasiadas dudas y contradicciones a la hora de tomar decisiones.

Los despachos marcarán el devenir de la próxima temporada, pero esta vez también marcarán el futuro del club, para lo bueno y para lo malo, por lo que más nos vale acertar, ser valientes y tomar decisiones que aunque dolorosas, sean las correctas.