Ni entrar en el famoso 1 más 1, ni pagar la cláusula de 60 millones de euros. Los motivos por los cuales Nico Williams tiene lejos vestirse de azulgrana los encontramos en el propio Athletic. Y es bueno, en estos tiempos donde manda más la especulación que otra cosa, hacer un ejercicio de reflexión y realidad.
Por partes. Los vascos no se caracterizan, precisamente, por vender a sus jugadores. El ejemplo más reciente lo encontramos en la propia experiencia azulgrana que ha tenido la temporada pasada con Íñigo Martínez: el jugador vino porque, precisamente, quedó como agente libre. Y, dicho sea de paso, por otros intereses que desconocemos si nos atendemos al hecho que, mientras preparaba las maletas para venirse a Barcelona, el mismo club azulgrana ya sabía que estaba lesionado y no chutaba.
La otra gran baza de un no rotundo es el propio sistema fiscal que tiene el País Vaco como comunidad foral que beneficia, sustancialmente, las nóminas de los jugadores. Siempre ha sido así, pero en el año 2019 todavía fue a mejor. La Diputación Foral aprobó, por entonces, una reforma tributaria que ha permitido ahorrar al Athletic más de 10 millones de euros anuales en salarios deportivos, en un momento en el que la presión salarial del fútbol no dejaba de subir. De este modo, sólo pagan el IRPF correspondiente a la mitad del salario bruto. Un ahorro que, igual que pasa con la Ley Mbappé con el Real Madrid, beneficia a los propios clubes por ser más competitivos y ofrecer más salario neto a sus grandes estrellas.
Por todo ello, Lamine Yamal se deberá conformar en seguir jugando al piedra, papel, tijera con Nico vestidos, ambos, de la Roja española. Y también porque, ahora mismo, Joan Laporta está pensando más en hacer un fichaje sonado a un año y medio vista, cuando se celebren las elecciones del club para 2026 y sea importante vender algún Beckham de turno.