Hace 20 años fue una de las figuras de la directiva de Laporta con sus galones de economista liberal de vanguardia y profesor, todavía no catedrático, en la universidad de Columbia. Se trataba de Xavier Sala-i-Martin, que así está inscrito como ciudadano norteamericano y que llegó a ser presidente accidental del Barça en las elecciones de 2006, convocadas en un 17 de agosto, y que, como era de esperar, ganó Joan Laporta sin oposición.

Sala-i-Martin (capricho de construcción que evoca la residencia de Donald Trump en Florida, Mar-a-Lago) fue uno de los estrechos colaboradores de Laporta en sus dos primeros mandatos, aunque no pudo ejercer de forma oficial hasta que cumplió con la carencia de dos años como socio. Él cerró el último ejercicio que arrojó los 47 millones de números rojos, que motivaron una acción de responsabilidad votada por los socios en la asamblea de 2010.

Pero en el retorno de Laporta a la presidencia del Barça, Sala-i-Martin no ha aparecido por ningún lado, cuando más necesario era, dado el momento crítico que atravesaba el club en marzo de 2021, tras 16 meses con las instalaciones cerradas por culpa de la pandemia, lo que propició un desequilibrio económico de grandes proporciones. Pese a todo, Josep Maria Bartomeu logró cerrar en positivo su mandato, por los beneficios acumulados en temporadas anteriores. Los que propugnaban una acción de responsabilidad contra él, se quedaron con las ganas.

La ausencia de Sala-i-Martin quizás haya sido uno de los factores que han marcado el errático mandato de Laporta. ¿Hubiera autorizado el crédito de más de 500 millones que contrató nada más tomar posesión de su cargo? ¿Hubiera aprobado la venta sistemática de patrimonio para cubrir las pérdidas de una mala gestión (que no para rebajar la deuda) y contratar jugadores de recorrido efímero? ¿Hubiera aceptado la operación del Espai Barça con un conglomerado de bancos, cuyo nombre nadie conoce, liderado por Goldman Sachs, y con un interés superior al 6% y 50 millones de cláusulas de riesgo (o dinero para el demonio)?

Estas y otras muchas preguntas cabe hacerse en estos momentos en que Laporta se ha quedado con una camarilla de cuatro amigos con mucha voluntad, pero sin conocimientos profundos sobre economía. Los entendidos en la materia salieron por piernas de forma gradual (Giró, Reverter, Llauradó, Romeu, Meléndez, etc) al socaire de las barbaridades cometidas, que han propiciado que el Barça, tres años después de extinguido el Covid, mantenga los problemas económicos, como producto de las improvisaciones, ocurrencias e impulsos con los que se está gobernando. La mayoría de clubs españoles, sin embargo, ya han superado las nefastas consecuencias de la pandemia.

Según me han contado quienes le conocen, Sala-i-Martin ha escurrido el bulto por dos razones: no hacer el ridículo y no tener que mentir. Además, claro, de no poner en riesgo su prestigio como economista al lado de temerarios e insensatos.