Tres años y tres meses después de su elección, se puede afirmar ya que Joan Laporta es el peor presidente del Barça que pudieron elegir los socios para el peor momento del pasado reciente, cuando el club quedó muy tocado económicamente por el Covid-19, tras 16 meses de cierre de sus instalaciones y no poder soportar su nivel de gastos.
Ahora, casi 40 meses después, el Barça sigue atravesando una pesadilla interminable, con sus cuentas bajo sospecha y bloqueo de fichajes, cuando el resto de clubs ha superado ya el trauma de una pandemia sobrevenida. ¿Por qué?
Yendo al grano, cabe afirmar que Laporta ganó las elecciones con una pancarta cerca del Bernabéu (donde sí que están encantados de volver a verle) y la gran mentira de la continuidad de Messi, al que propinó una patada inesperada cuando quedaban 25 días para negociar todo y más. Es decir, fue elegido presidente gracias a un brote de populismo y el mayor engaño que ha habido en una contienda electoral.
¿Hubo algo más? Su primera decisión fue contratar un crédito de más de 500 millones con Goldman Sachs para atender las necesidades de tesorería, refinanciar la deuda y comprar jugadores de sus intermediarios amigos. No hubo una política de austeridad seria y continuada, salvo recortes en secciones y cerrar Barça TV. Pero tres años después siguen los problemas para fichar porque el club funciona a golpe de improvisaciones, ocurrencias, impulsos y decisiones poco o mal pensadas, como el traslado a Montjuïc como estandarte del desastre económico y vender patrimonio (palancas) para sacar pecho ocultando las pérdidas de la gestión ordinaria. O sea, como hacer trampas jugando al solitario.
Al socaire de las barbaridades perpetradas, han huido del club personas de notable reputación profesional como Jaume Giró, Ferran Reverter, Eduard Romeu, Jordi Llauradó, Maribel Meléndez y un largo etcétera. El último ha sido Xavier Budó, director de deportes profesionales. Laporta se ha quedado con la camarilla de los que nunca le dicen 'no' cuando está barruntando un despropósito. ¡Qué peligro!
Como se ha dicho, la venta de patrimonio no ha servido para rebajar la deuda sino para dar beneficios ficticios y ocultar los millones malgastados en jugadores mediocres, pero con pingües comisiones de para intermediarios amigos. Por suerte, Por fortuna, Javier Tebas, el jefe de la patronal, alarmado porque los desmanes de Laporta eran copiados por otros clubs, prohibió las palancas para evitar quiebras, ya que solo servían para tapar una gestión ordinaria ruinosa.
Reconducida la situación a la ortodoxia contable, se acerca el 30 de junio y faltan 100 millones de dos "palanqueros" que dejaron en la estacada a Laporta por la venta de Barça Vision, primero conocida como Barça Studios, que fue valorada en 408 millones, cuando factura menos de uno al año. Una entelequia.
Dentro de la cadena de ocurrencias, se llegó a amenazar a Nike con la fabricación de los productos por parte del club, pero en el primer envite judicial, la jueza dijo que el contrato de Nike es irresoluble y no se podía romper unilateralmente por las razones infantiloides que se aportaron, como el retraso de un pedido. Si Nike paga poco es porque la falta de títulos (una Liga, una Copa y una Supercopa en 5 temporadas) no genera las variables previstas en los contratos de patrocinio y marketing. De ahí que, en el primer Mundial de Clubes, que se hará el próximo año en Estados Unidos, la patria de Nike, no se halle el Barça entre los 50 participantes.
Sin plan económico, origen de la merma patrimonial y del desastre deportivo, el aspecto social acabó con una clara e histórica desafección cuando de los 84.000 abonados del Camp Nou solamente 17.000 aceptaron abonarse a Montjuïc, donde han sufrido todo tipo de vejaciones, que van desde cambiar de asiento en cada partido a confirmar asistencia con seis días de antelación. Montjuïc es el ejemplo de un presidente desnortado, cuyo peor defecto es ahora no ver la realidad: que el club está muy débil y debe negociar desde la inferioridad.
Con la esperanza de que se produzca el resurgimiento económico gracias al Nou Camp Nou y sus palcos de lujo asiático, los más pesimistas recuerdan que la desaparición del Reus Deportiu llegó de la mano de Laporta, administrador de Core Store SL, su sociedad gestora, en la que se hallaban Rafael Yuste y Sala Martín. Con populismos y mentiras, sin austeridad ni rigor, Laporta es el peor presidente que podía dirigir el Barça en los momentos tan difíciles y delicados que hubo tras la pandemia. Y, por desgracia, lo que nos queda por ver.