Sorprendió en la entrevista que concedió Joan Laporta este martes a los medios oficiales del club con la contundencia que habló sobre las carencias del equipo el curso pasado en la preparación física. Llegó a asegurar, sin ningún tipo de rubor, que "el equipo se caía físicamente a partir del minuto 60" -de poco vale que los datos desmientan categóricamente esta afirmación-: el 52% de los goles marcados se han conseguido a partir del minuto 60, mientras que sólo se ha encajado el 38% en contra. Pero seguramente el presidente maneja otros datos relevantes -desconocidos por el resto de mortales- o lo que es peor, se deja aconsejar por gente que de fútbol entiende entre poco y nada, como algunas personas del entorno han reconocido públicamente sin tapujos.
La preparación física en cualquier equipo de élite suma y mucho, pero no es el aspecto fundamental para encontrar la fórmula del éxito, y mucho menos en el FC Barcelona, donde uno de los mantras que instauró Johan Cruyff es que "el balón siempre corre más que el jugador". La apuesta por Hansi Flick prácticamente la supeditó Laporta en la fortaleza física de sus equipos, con el Bayern de Múnich como su gran espejo.
Creer que esta fórmula funcionará en el Barcelona es de una inocencia casi supina. Y es que para empezar, de La Masia no salen Robocops preparados para la guerra, sino talentos que miman el balón, donde el músculo que más se trabaja está arriba. "Pensar antes de recibir el balón" es otro de los mantras que se enseña a los más pequeños, porque el fútbol se juega antes con la cabeza que con las piernas.
Para los más puristas, este cambio de roles es simplemente un anatema. Recuerdan con añoranza a Iniesta, Xavi y Sergio Busquets, con un físico de pacotilla, pero capaces de monopolizar casi una década el panorama futbolístico mundial, acompañados de un superdotado Leo Messi, todo hay que decirlo. Ellos no necesitaron más músculo que el de la cabeza y su talento natural para doblegar al rival. Y aquí es donde choca directamente el actual planteamiento de los responsables del club, que priorizan el físico al talento (Pep Segura estaría encantado).
Desde que el área de metodología, dirigida ex aequo por Paco Seirul·lo y Joan Vilà, pasara a mejor vida, nadie tiene en el club un manual de buenas acciones. Y esta incertidumbre está abriendo un agujero de dimensiones cósmicas en la filosofía del club. Cuando se soslaya el libro de estilo es cuando más aparecen las dudas. Y ahora estamos sumidos en un océano de inseguridades y desasosiego, presidido por un director deportivo, Deco, que hace menos de cuatro meses llegó a especular abiertamente sobre un "cambio de método" (horas después aseguró que se había tratado de un error de transcripción en la entrevista).
Veremos hasta donde llega Flick en su reto de poner a los muchachos como unos toros, pero, en mi modesta opinión, el Barcelona está cogiendo el camino equivocado. La preparación física no ha de priorizar al talento, porque si ese es el mayor reto del club, que fichen ya directamente al luchador de MMA, Eduardo Riego, que fue capaz de noquear a tres rivales a la vez en un combate. A mamporros no le gana nadie.
Pep Guardiola, emulando a Nostradamus, ya anunció hace casi una década lo que podía pasar si el club empezaba a mostrar síntomas de debilidad como es el caso, "habrá un momento de dudas y será entonces cuando más que nunca habrá que apostar por el estilo". Ese momento ha llegado. Y tú Pep, tan lejos...