El barcelonismo necesita nuevos estímulos. Soluciones. Terminado el curso sin un título, con un traslado a Montjuïc nada gratificante y con una situación económica que pone los pelos de punta a cualquiera, la 15ª Champions del Real Madrid constata las enormes diferencias entre los dos colosos del fútbol español.
Laporta no tiene un plan. Vive al día. En abril anuncia la continuidad de Xavi Hernández como entrenador y monta una rueda de prensa para validar una decisión surrealista. En mayo comunicado que Hansi Flick será el nuevo técnico del Barça y esquiva a los medios de comunicación. El día que debe vender ilusión, impone la ley del silencio. Ni rueda de prensa ni nada. Solo unas palabras de Flick ante los medios de comunicación.
El Barça es un club a la deriva desde 2015. Ese año, que comenzó con fuego cruzado y la convocatoria de elecciones, dio un vuelco radical cuando Messi, Suárez y Neymar se pusieron a jugar al fútbol y el equipo de Luis Enrique ganó Liga, Copa y Champions. Desde entonces, los errores han sido habituales y los aciertos, escasos.
No supo renovarse el Barça. Bartomeu no supo frenar las demandas de sus estrellas y los 222 millones que el PSG pagó por Neymar tuvieron un efecto devastador para un club que dilapidó todo el dinero en fichajes erráticos como los de Dembelé, Coutinho y Griezmann.
El Barça resistió en España, pero caía año tras año en Europa. El 2-8 que le endosó el Bayern en Lisboa fue el principo del fin de Bartomeu. Meses después, Laporta ganó las elecciones por inercia, con mucha suficiencia, porque el socio quería romper con todo. El problema es que Jan no tenía un plan. Ni soluciones. Ni, tan siquiera, solucionado el tema de los avales.
Tres años y medio después, chapuza tras chapuza, el Barça es una ruina. Koeman y Xavi, dos leyendas del club, no recibieron el trato ni el apoyo que se merecían de Laporta y el club solo ha ganado una Supercopa y una Liga en tres años. Y las estadísticas, las mismas que validaban el primer mandato de Laporta, indican que en cinco de los 10 cursos completos suyos como máximo dirigente azulgrana, el primer equipo de fútbol no ha ganado título alguno. En el plano institucional también ha chocado con los principales ejecutivos de la entidad y directivos descontentos con su gestión.
El Barça, con "urgencias históricas" que diría César Luis Menotti, necesita calma. Un proyecto a medio plazo. Flick, tal vez, no es el técnico que mejor se adapta a la idiosincrasia barcelonista y su carácter cartesiano y metódico puede chocar con Laporta. Bien haría el presidente en respetar su hoja de ruta y bien haría el alemán en implementar su filosofía y confiar en los jóvenes del Barça. El mejor aval de un club que vive al límite, como un funambulista, mientras en Madrid suman y siguen.