Algo había que hacer o decir tras ser noqueado en la Champions y en la Liga. No estaba obligado ni presionado. Aunque suene exagerado creo que todo es culpa del cambio climático, que también está transformando a la masa social del Barça, a su entorno y a Joan Laporta. En otros tiempos, no muy lejanos, la reacción del culé habría sido la de comenzar a colgar en las redes sociales #LaportaOUT y organizarse para convocar una moción de censura, especialmente después de quedarse a mediados de abril sin opciones de ganar algo. Muy fuerte.
Estoy convencido que el presidente Joan Laporta está experimentando la misma transformación. No hay noticias de que armara un escándalo en el palco del Bernabéu o que se hubiera despedido de Florentino Pérez cantándole aquello de “así, así gana el Madrid”. O de que lanzara al piso la bandeja de canapés. Cuánto ha cambiado este Jan. En su época de yuppie rebelde llegó a bajarse los pantalones en el aeropuerto de El Prat harto de que la alarma sonara cada vez que quería pasar por el arco de seguridad. Ya no es el mismo.
Pero algo tenía que hacer. O decir. Las promesas anunciadas a finales del año pasado de que el equipo iba a mejorar no se cumplieron, en parte por los errores arbitrales y también por carencias y deficiencias propias. Y alguien le aconsejó que pidiera los videos de la jugada del gol de Lamine Yamal que el árbitro, ni el linier, ni el VAR quisieron validar. Y que anunciara que el club estaba dispuesto a pedir la repetición del partido porque en Bélgica hubo una experiencia parecida. Lo que no le contaron es que el tema belga todavía está en los tribunales. O sea, que ná de ná.
Pedir la repetición del partido entra en la categoría de farol o de pertenecer a un acto masoquista. ¿Volver a jugar el encuentro en el Bernabéu? ¿Otra buena taquilla para los blancos? ¿Otra oportunidad para volver a ganarnos a su manera? ¿Otra ocasión para que un árbitro, los liniers y el VAR favorecieran al Madrid? Qué ganas de volver a ver a los blancos. No, por favor. A mí se me ocurre que sí había que pedir algo es que anularan el resultado del partido. Ni para ellos, ni para el Barça. Sería lo más justo. Pero mucho me temo que todo está perdido.
Bueno, no todo. Xavi no se va. Se queda. Una decisión que seguramente ha sorprendido a muchos y será juzgada también como otro mal paso del presidente y del técnico. Y también nos conduce a la pregunta de este artículo. ¿Fue un farol el anuncio de Xavi en enero de que dejaría el banquillo a final de la temporada? ¿O es del género del masoquismo quedarse en un club en el que hay que justificarse constantemente, un club cruel, desagradable, en el que te faltan el respeto, en el que no valoran tu trabajo y en el que hace unos meses sentía que no podía continuar? “Hay que ser valientes y no agarrarse al cargo ni al contrato”. Palabras de Xavi el 27 de enero en la que anunció su adiós. Una decisión que hizo pública después de una reflexión que había madurado unos días antes y con la que se sintió liberado. Ver para creer.