El testamento de Xavi
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Pese al triunfo de un Barça de refresco en Cádiz (a buenas horas, los 0-1), la victoria del Madrid en Mallorca deja a los blancos a prácticamente un botón de abrochar la Liga 2023-24. Ha sido un campeonato arduo para unos azulgranas demasiado equinocciales: solo dieron pie con bola al comienzo del otoño y en el albor de la primavera. Su eterno rival, en cambio, desconoce las estaciones, incluso cuando un tren amenaza con atropellarlo nada más pisar las vías de la industriosa Manchester.
Será precisamente en la Champions, torneo en el cual el Barça, esta vez sí, ha mejorado antes de que fuera demasiado tarde, donde Xavi Hernández escribirá su testamento como entrenador del primer equipo. Al contrario que un sector romántico del barcelonismo, yo soy de los que opina que el egarense cumplirá su palabra y dejará el cargo el 30 de junio. Si el buen resultado en la ida contra el PSG le sirve para llegar a semifinales de la Copa de Europa, al menos lo hará dejando un recuerdo dulce. Como escribió el novelista Joseph Conrad, "toda época se nutre de ilusiones; si no, los hombres renunciarían pronto a la vida".
Otra cosa es que hasta cuando se atribuye el mérito, Xavi lo haga por las razones equivocadas. Al verbo de su sacrificio por el bien del club le falta carne, puesto que él mismo se esfuerza por reducirlo a un cubito de caldo e ignorar algunas muy buenas decisiones suyas. Fue Hernández quien empezó a usar a otros jugadores, en ocasiones por necesidad pero casi siempre por convicción. También a desplegar alternativas a un plan de juego que hasta principios del mes pasado se mostraba anquilosado, poco eficiente y, sobre todo, extraordinariamente cándido frente a los rivales más avispados.
No deja de ser irónico que dos chicos de 16 y 17 años hayan sido decisivos para dotar a este Barça de la madurez necesaria para volver a competir en la élite. Pero ha sido el trazo de su entrenador el que ha logrado persuadir a la culerada de que una sexta 'orejona' en Wembley es ya un boceto, no solo la ensoñación febril de un artista maldito. Si Xavi lograra lo improbable y dejara esta Champions en las vitrinas del club, seguirá quedando lejos de esa excelencia que proclamaba como objetivo, pero sin duda más cerca de su leyenda como jugador. Y, de paso, romperá en mil pedazos una clásica maldición del Barça: la necesidad de ser mucho mejor que sus rivales durante toda la temporada para tener opciones de levantar algún gran título.
P. D.: Nos vemos en Twitter: @juanblaugrana