Me permito escribir sobre este tema porque no estoy en esa supuesta la lista de 25 periodistas anti-Xavi Hernández. Y lo hago porque esa lista no existe. Es un invento del periodismo deportivo catalán, o mejor dicho de los que escriben o hablan persignándose en nombre del cruyffismo o del guardiolismo. Vaya por delante que nunca me ha gustado ser protagonista. Así lo aprendí de mis maestros Carlos Pardo, Josep María Ducamp, César López Rosell, Antonio Franco, Miguel Ángel Bastenier, Xavier Batalla, Emilio Pérez de Rozas, Alfredo Abián y de tantos otros que si bien no han sido jefes han sido compañeros honestos.
Soy periodista por convencimiento y porque escribir es de las pocas cosas que se me han dado bien para ganarme la vida. También creo sinceramente que el periodista jamás tendría que sentirse ofendido públicamente por las críticas vertidas por sus lectores. No vivimos de elogios. Y tampoco del insulto o de la reprobación. Para mí la defensa a un periodista abraza un corporativismo inútil. Pero entro al trapo a propósito del debate generado por Xavi Hernández por responder a una crónica de un periodista admirado por casi toda la profesión.
En esta profesión hay verdades que no se pueden ocultar por mucho que sean rechazadas por muchas voces o porque no las proclamemos abiertamente. Siempre hay una parte que tiene otra versión de esa verdad. Tito Vilanova, por ejemplo, tenía una versión de las visitas que su “amigo” Pep Guardiola le había hecho al hospital donde estuvo ingresado en Nueva York y al que fue pensando que su “amigo” lo visitaría muchas más. Jordi Basté, tótem del periodismo catalán, amigo de Pep, publicó que lo había visitado muchas veces. Mentira. En aquel momento al radiofónico no le importó ensuciar los micrófonos o su boca con lo que le habían contado.
El guardiolismo existe. Es como una religión. Los devotos son más papistas que el propio Papa. Ellos pasan factura a todo lo que se mueve en su contra. La defensa que ha hecho Xavi de su trabajo ha sido tomada como algo indecente cuando lo único que ha hecho el técnico es responder a una crónica que no le gustó. A cualquier otro periodista, que Xavi lea tus crónicas lo llenaría de satisfacción, independientemente de que sea crítico o no. Esta vez, no. Esta vez, muchos periodistas han efectuado un corporativismo en el que han evidenciado y, de paso, vomitado su pobreza, el bajo momento de esta profesión, la ruindad y la sumisión a esa religión en la que hablan de ADN, estilo e identidad. Y todo el que vaya en contra de esto, es un infiel. Y si pueden no dudan en pasar factura.
Defiendo a Xavi porque creo que no ha hecho nada malo. Ha respondido a algo que ha considerado injusto. Tiene todo el derecho. Decir que podía haberse ahorrado el comentario después de una victoria importante es “mear” fuera del tiesto. Xavi escribió su particular crónica el día que su equipo realizó su mejor actuación. Igual que los días que ha jugado mal, también lo ha dicho. Y me alegro mucho de no estar en esa supuesta lista de 25 periodistas anti-Xavi, entre otras cosas porque sé que Xavi no tiene ninguna lista. Y porque Xavi merece todos los respetos del mundo. Y para meterse con Xavi, primero, hay que mear colonia.