Como si se tratara de una maldición bíblica o de un ritual atávico, cada cierto tiempo suele aparecer la figura del 'topo' en el vestuario blaugrana. Entiéndase por topo aquella persona que se dedica a filtrar interioridades del vestuario como si no hubiera mañana. Cuando las cosas van bien, esta figura queda relegada a un segundo plano, pero cuando las cosas se tuercen, aparece por arte mefistofélico para contaminar el ambiente y romper la armonía del grupo.

El primero en convertir la búsqueda de un topo en prácticamente una cuestión de estado fue Louis Van Gaal, quien llegó a reclamar a Josep Lluís Núñez la contratación de unos especialistas para buscar micrófonos escondidos en las taquillas, en las paredes del vestuario y hasta...¡en las duchas! Evidentemente, con resultados más que infructuosos. Después, el más obsesionado por este tema fue Luis Enrique, que volvió a rastrear de arriba abajo el vestuario en busca de algún aparato tecnológico.

Con la llegada de Xavi Hernández todo se estaba asumiendo de una manera muy sencilla y natural. Si había alguna filtración se consideraba parte de la rutina, sin darle mayor recorrido. Sin embargo, todo viró a principios del pasado verano. De la noche a la mañana, un tema que estaba aparcado en el baúl de los recuerdos se retomaba y con especial virulencia, coincidiendo en el tiempo, curiosamente, con la contratación de un asesor personal de comunicación para el técnico.

La situación de la búsqueda del topo fue 'in crescendo' hasta llegar a tener tintes paranoicos. Uno de los primeros efectos de esta 'conspiración' fue el portazo de Xavi a su staff en las reuniones importantes con los jugadores. Cuando el técnico quería “abrirse en canal”, tal como él mismo definió estas terapias de choque con el grupo, dejaba fuera de la ecuación a sus hombres de máxima confianza. El motivo es que había el 'run run' entre los jugadores que el topo se encontraba dentro de su staff. Sería interesante saber quién inculcó esta maquiavélica idea, cual Yago en Otelo, en la mente de los futbolistas.

El grado de paranoia en el vestuario fue creciendo como una bola de nieve hasta que explotó hace poco más de una mes, cuando se reunió a todo el staff en una sala para que dejaran los móviles sobre la mesa y pudieran ser inspeccionados en busca de 'wassaps' sospechosos. Evidentemente, no se encontró nada susceptible de ensañamiento.

Pero la cosa no acabó aquí, el propio Xavi llegó a ponerse en contacto con algunos periodistas en la búsqueda del topo, instando a que le dieran sus fuentes, recibiendo un contundente 'no' como respuesta.

Y mejor no entrar en las amenazas y los vetos que alguna persona cercana a Xavi ha intensificado estos últimos meses, con pobres resultados, todo hay que decirlo.

Es cierto que desde el anuncio de la dimisión diferida de Xavi se ha relajado un poco este sinsentido de la búsqueda del topo. Quien más o quien menos quiere acabar la guerra en paz, consciente de que se trata de una misión imposible, que muchos intentaron en el pasado y acabaron fracasando. Y es que en el mundo del Big Data, como le gusta tanto a Xavi, ahora cualquier puede generar información de todo tipo: los futbolistas tienen un entorno, los agentes también suman, como el staff o hasta el entrenador, y, si se descuida, el director deportivo o hasta el presidente, o uno de sus asesores, y por qué no, los utilleros, que aparte de 'mimar' a los jugadores, también tendrán boca y amigos... digo yo.

Aviso aclaratorio: Esta información ha recibido una solicitud de rectificación de FC Barcelona.