Decía Joan Laporta el pasado verano que el Barça había salido de la UCI y estaba estabilizado en planta. El enfermo, sin embargo, parece que ha recaído. Sigue mal. Muy débil. Con una salud muy precaria y sin síntomas de mejoría. Y, públicamente, ya admite que la recuperación será lenta.

Laporta, casi tres años después de ganar las elecciones de 2021 con mucha suficiencia, sigue sin encontrar la fórmula para aliviar las penas económicas del Barça. Con una deuda reconocida de 1.200 millones de euros y el límite salarial excedido, el máximo dirigente y Deco, su director deportivo, no pueden ni vender ilusión.

El Barça, salvo milagro, cerrará el curso actual sin un título. Con un suspenso de libro. Le quedará, probablemente, el consuelo de contar con futbolistas jóvenes que prometen mucho. Lamine Yamal, Héctor Fort y Pau Cubarsí, menores de edad, deben ser el Barça del futuro. Igual que Pedri, Gavi y Balde, entre otros.

Deco, sin embargo, ya ha avisado de que no habrá grandes fichajes en verano. Y Laporta se prepara ya para una venta sonada antes del 30 de junio para cuadrar unas cuentas que se le han descontrolado demasiado. El impago de Libero ha sido un duro castigo a la falta de rigor del presidente del Barça.

En tiempos de guerra, el barcelonismo solía ilusionarse con nuevos futbolistas. Con jugadores ilusionantes. Con más nombres que proyectos. Ahora todo está por hacer. Se saben que saldrán uno o dos futbolistas de primer nivel, pero todavía se desconoce quién será el nuevo entrenador.

A Laporta le gustan Flick y Arteta. El primero construyó un Bayern demoledor, pero después fracasó con la selección alemana. Y tiene muchos tics de Van Gaal. El técnico del Arsenal, en cambio, ha levantado un equipo que estaba hundido. También tiene carácter, pero es un gran motivador y apuesta por un fútbol bien elaborado y ofensivo. Es, posiblemente, la mejor opción para relevar a Xavi, pero el poder de seducción del Barça está bajo mínimos. Como su economía. ¿Dónde está el dinero?, se pregunta, impotente, el socio del Barça, desconcertado con tantas penurias.