Anderson Luis de Souza. Dicho así puede que no les suele a nada, pero estamos hablando de Deco, aquel futbolista que parapetado a la sombra de Ronaldinho llegó a levantar una Champions con el Barcelona en el 2006, siendo justos su segunda, porque unos años antes lo había logrado bajo el auspicio de José Mourinho en el Oporto. Su carrera futbolística en la entidad blaugrana acabó como el rosario de la aurora, siendo señalado junto a Ronaldinho como el principal culpable del descenso a los infiernos que vivió Frank Rijkaard.
Quince años después de que Pep Guardiola lo fulminara -quizás ahora se entiende mejor las últimas declaraciones de Deco en las que destilaba cierta inquina contra el ahora entrenador del City, "su llegada no fue una gran revolución"-, Deco ha vuelto a asumir protagonismo en el club, ahora refugiado en los despachos.
Su regreso al Barcelona se puede definir como insólita. Apareció hace un año como el agente de Raphinha, negociando el precio con Mateu Alemany y las comisiones correspondientes. No hay duda de que Deco demostró en ese momento ser un negociador muy talentoso, consiguiendo un precio alto para su pupilo, tanto en el traspaso del Leeds, 65 millones, como en la ficha del jugador, cercana a los 10 millones anuales.
Pero la sombra de Deco era más alargada de lo que se creía: este verano su nombre volvió a resurgir, pero ahora para convertirse en el nuevo director de fútbol de la mano de Joan Laporta. Evidentemente antes tuvo que renunciar a su empresa de representación de jugadores, aunque ya se sabe que un cambio de nombres es, en muchos casos, simplemente un acto formal y de cara a la galería. Las suspicacias crecieron cuando Mateu Alemany y Jordi Cruyff abandonaron el barco sin dar unos argumentos especialmente sólidos, dejando a Xavi Hernández más desamparado que Gary Cooper en Solo ante el peligro.
Pese a los recelos lógicos del técnico al principio, la relación con Deco se fue consolidando, sobre todo por la enorme capacidad de trabajo y claridad de ideas que exhibió el brasileño. Durante el verano, en todo caso, sí hubo algún momento de fricción entre ambos, sobre todo a la hora de escoger el candidato idóneo para suplir a Sergio Busquets. Todos los nombres que iba desgranando Xavi se esfumaban sin contemplaciones (Zubimendi, Kimmich, Brozovic...) con la excusa de que eran demasiado caros y que el fair play no se podía estirar más. Xavi lo aceptó con resignación y se conformó con el cuarto nombre de la lista: Oriol Romeu.
Sin embargo, esta aparente felicidad se truncó el día de la polémica convocatoria ante el Amberes, donde el presidente instó al entrenador a modificarla para incluir a algún jugador que se iba a quedar en Barcelona. Xavi compareció en rueda de prensa para explicar que se trataba de una "decisión consensuada" entre el entrenador y el área deportiva, pero Deco unas horas más tarde salía al paso para dejar claro que la decisión "no había sido consensuada". El director deportivo dejaba al pie de los caballos al entrenador sin ninguna necesidad.
La desconfianza aumentó aún más, si cabe, cuando a Xavi le llegaron rumores de que Deco estaba contactando con futuribles entrenadores en plena temporada y cuando aún estaban los cuatro títulos en juego. El entorno de Xavi cuenta la anécdota que el 17 de enero, tras perder tres días ante la Supercopa contra el Real Madrid, TV3 desvelaba el nombre de Thiago Motta como posible relevo del banquillo. Ese día, curiosamente, Xavi informó a sus más íntimos que no iba a seguir la próxima temporada.
Ahora mismo la relación entre Xavi y Deco es estrictamente profesional: ante todo Xavi es hombre de club, por lo que quien espere una rajada del técnico hacia el director deportivo lo tiene más bien crudo. Nadie puede señalar a Deco como el responsable de la marcha de Xavi, pero lo cierto es que nunca ha sido un hombro donde apoyarse.
El próximo entrenador no lo va a tener nada fácil. Xavi ya le auguraba un sinfín de desgracias y sufrimiento al valiente que se siente en el banquillo. Deco quiere un hombre de su cuerda -Rafa Márquez, Thiago Motta o Sergio Conceiçao son sus candidatos-, pero Laporta está por otro perfil, más mediatico y con mayor personalidad. Aquí suenan nombres como Jürgen Klopp, Hansi Flick o Thomas Tuchel. Si al final viene uno de ellos veremos cómo se adapta un brasileño a la estricta y rígida mentalidad alemana.