La entrevista concedida por Joan Laporta a RAC1 ha confirmado que el club vive en una contradicción permanente. El presidente ha admitido que, con estos malos resultados deportivos, habría cesado a cualquier otro entrenador pero que no lo ha hecho porque Xavi es una una leyenda. O sea, admite que el diagnóstico es que el entrenador está haciendo un mal trabajo, pero que no se lo carga por pena y por lo que fue como jugador. Es decir, piensa más en la persona que en los intereses del club.
En cambio, cuando echó a Leo Messi lo justificó diciendo que no había ninguna leyenda que estuviera por encima del club. Ha admitido también que obligó a Xavi a cambiar la convocatoria de Amberes “porque era un partido que teníamos presupuestado que teníamos que ganar”. O sea, desautoriza a su entrenador y le obliga a cambiar una decisión deportiva. Dice también que no pensó nunca en destituir a Xavi, pero acto seguido admite que tenían preparado a Rafa Márquez.
Le preguntan por qué su cuñado, Alejandro Echevarría, va a las reuniones de la comisión deportiva y contesta que porque es su consejero personal en materia de seguridad. Si es un especialista en seguridad... ¿Qué hace interviniendo en las reuniones de la comisión deportiva? Le preguntan por si el nuevo entrenador será de renombre y contesta que “igual optamos por una fórmula imaginativa”.
Está dejando entrever que no vendrá ningún entrenador con prestigio, y así será si piensa seguir decidiendo convocatorias y fichajes. Le recuerdan que, en dos años, este Barça se ha convertido en una trituradora de símbolos como Messi, Koeman y Xavi y responde que “el Barça está en permanente evolución”. Los entrenadores y jugadores no duran ni meses, pero parece que la continuidad del presidente si debe ser estable. Asegura que el homenaje a Messi se hará cuando quieran los Messi, cuando sabe perfectamente que los Messi no le hablan ni quieren verle en pintura.
Afirma que cogieron el club con 1.500 millones de deuda y a los dos segundos responde que la han reducido de 680 millones a 552. Dice que es muy optimista con cumplir el presupuesto de este año, y acto seguido reconoce que han sufrido un batacazo en los ingresos por ticketing en Montjuïc. Habla de que la Superliga es la solución al fútbol y que “me la repanpinfla que no estén los ingleses ni el Bayern o el PSG”, pero acto seguido amenaza con que, si no se hace en dos años, volverá a la ECA con la UEFA.
Despotrica del sponsor que más dinero aporta al club, Nike, con el que dice que se plantea romper a pesar de tener contrato en vigor hasta 2028 “porque el mercado paga mucho más”. Y luego, no descarta que el Barça se autofabrique su propia marca. Lo cuál es un disparate, porque no podrá competir con la red de distribución y exhibición que tienen las marcas multinacionales de ropa deportiva. Y dice que está muy contento de cómo va el area social, pero acto seguido reconoce que se pueden perder 16.000 socios que son los que no se han apuntado al censo.
Lástima que en la entrevista no le hayan preguntado por qué no se ha querellado contra Villarejo, teniendo en cuenta que se ha ratificado en su acusación de que Laporta pasó información al CNI español --a través de Xavier Martorell-- contra Sandro Rosell. En definitiva, ha sido una exhibición de contradicciones, lo que da a entender que el presidente del Barça está más perdido de lo que parece.