Xavi se va y los motivos de su adiós quedan en el aire. El entrenador azulgrana apunta públicamente a la crítica externa, pero todos intuimos que hay algo más que eso tras una decisión que cogió al club con el paso cambiado. El de Terrassa cree que “diga lo que diga” no se lo vamos a comprar y explica que siente que “no le valoran nada”. No lo dirá públicamente, pero es consciente de que hay gente dentro del club que nunca ha remado a su favor.
Se va el líder del fútbol masculino al mismo tiempo que se va el del femenino, Jonathan Giráldez, que anunció que arrancaba una nueva aventura en Washington. El gallego quiere empezar un nuevo proyecto vital en Norteamérica con su familia, la oferta económica es incomparable a la del Barcelona y solo le queda reconquistar la Champions para irse por la puerta grande. Más allá de la calidad indudable de las futbolistas, puede ser que la gestión del grupo necesite una vuelta de tuerca que el entrenador no quiera acometer.
No sería un gran problema la marcha de Giráldez si meses antes no hubiese tomado las de Villadiego el arquitecto del equipo, Markel Zubizarreta, actual director deportivo de la Federación Española. En el Barça se ha esfumado, en pocos meses, toda la estructura del equipo que se ha erigido como gran orgullo del club.
Más abandonos ha sufrido la dirección deportiva del primer equipo masculino. La etapa de Xavi arrancó con Jordi Cruyff de secretario técnico y Mateu Alemany de director de fútbol. Ambos afrontaron el mercado de fichajes del adiós de Messi y el de las palancas formando un buen tándem con el técnico.
Más tarde Alemany dio la espantada y siguió sus pasos Jordi Cruyff. Mateu decidió volver tras ver el panorama que le esperaba en Londres, pero ya nada volvió a ser lo mismo. Deco tomó el poder y la estructura técnica cambió para siempre, por lo que Mateu terminó haciendo la maleta de manera permanente.
El último en hacer una bomba de humo ha sido Franc Carbó, un hombre menos mediático, pero harto importante de la dirección deportiva a la hora de elaborar los contratos. No vio opciones de crecimiento y prefirió coger el dinero de los petrodólares. Ahora trabajará en Arabia con Ramon Planes, quien, por cierto, también se fue del Barça de Laporta media hora antes de que lo echaran.
Sin embargo, la lista de dimisiones va más allá del verde. Muchos han sido los ejecutivos que han dicho basta durante el presente mandato. El más destacado fue Ferran Reverter, antes conocido en el club como el Messi de los despachos. El director general de Mediamarkt abandonó el proyecto al mismo tiempo que Laporta proclamaba que el club debe dirigirse como una gran empresa familiar.
Reverter no es el único y la lista es larga: Ramon Ramírez, responsable del Espai Barça, se marchó cuando le pusieron a Joan Sentelles por encima en el orden jerárquico. El proyecto del Espai Barça también se llevó por delante a un directivo, Jordi Llauradó, que dimitió de su cargo por desavenencias con el proyecto de edificación del nuevo feudo barcelonista. No es un tema menor que el único constructor de la junta directiva dimitiera al adjudicarse a Limak el proyecto faraónico.
Muchos han sido los cambios en el área comercial, donde se nombró internamente a Cinto Ajram como responsable, pero ni llegó a debutar en el cargo. En su lugar se nombró a Jordi Camps que también dimitió.
En las comisiones también ha habido bajas notables. Jaume Guardiola, presidente de la económica, aguantó un año en el cargo y se fue al Círculo de Economía. También dimitió José Elías, el avalista principal de Laporta y el hombre que salvó la investidura. Cuando vio que su papel en la comisión del Espai Barça era de mero observador decidió que se lo miraba desde casa. Por la vía parlamentaria se retiraron los avales y el empresario de Badalona desapareció del club.
Los motivos de las dimisiones son diversos y variopintos, pero con tanto ajetreo es imposible aportar estabilidad a un club herido. ¿Qué tendrá el Barça para convertirse en semejante trituradora?