Película de terror en Granada. Después del partido surrealista contra el Oporto, con Lewandowski lesionado, Gavi expulsado, la irrupción salvadora del VAR tras una mano escandalosa de Cancelo y el apretón de Lamine Yamal, parecía que los azulgranas no podrían superarse. Pero fue empezar el partido en el Nuevo Los Cármenes y bastaron 18 segundos para dar continuidad al esperpento de Do Dragao.
Bryan Zaragoza, un malagueño de 22 años formado en las categorías inferiores del Granada, se vistió de superhéroe para desmontar el Barça. El primero lo metió a los 18 segundos tras una grave pérdida de balón de Gavi. El segundo lo firmó en el minuto 29 después de cañear, bailar y torear a Koundé, que encima terminó lesionado (y muy cabreado) tras un porrazo del propio Gavi minutos después. En el segundo tiempo, Bryan estuvo a punto de firmar el hat-trick.
Los de Xavi Hernández generaron peligro y llegadas de forma progresiva, pero la magia la ponía un Granada que empezó el partido con tan solo cinco puntos y lo terminó con seis. Los azulgranas, con 21 --a tres del Real Madrid-- fueron de menos a más, pero suspendieron varias asignaturas. La más importante, la de los balones perdidos.
Joao Félix sigue con el punto de mira desviado, Ferran está perdido/desaparecido en el rol de nueve, Gavi con más voluntad que acierto, Lamine con regate y gol pero un pelín de precipitación, Balde y Fermín estaban espesos, sin ver adónde la pasaban, Cancelo nuevamente regalando balones como si de una rifa se tratara y, en general, con una imprecisión y avalancha de balones perdidos del todo inexplicable.
Y el problema con la gestión de Xavi vino cuando tocaba remontar en la segunda mitad. Mirabas al banquillo y ¿quién había? Sergi Roberto y Oriol Romeu. No es normal. A pesar de ello, Roberto marcó y Romeu no lo hizo por poco.
Este humilde servidor opina que carece de lógica la decisión de dejar a Romeu en el banquillo para un partido en Granada que requería veteranía. Gundogan, rodeado de niños, era el único experimentado. Además, fue un flaco favor a la recuperación de confianza que necesita el de Ulldecona.
Sin pivote puro, Gavi cometía el error a los 18 segundos y el Barça pagaba caro un planteamiento tan ofensivo de entrada. Fermín o Lamine hubiesen sido soluciones mucho más válidas para tratar de acelerar el partido con un Granada cansado tras el descanso. No es ese el rol que corresponde a los veteranos Sergi y Oriol, quienes, al menos, perdieron menos balones que en Oporto. Esta vez, perdieron menos que el resto.