Caso Negreira, Barçagate y, ahora, el excomisario más mentiroso y manipulador de toda la historia de la Policía Nacional española, José Manuel Villarejo. En una entrevista emitida en RAC1, Villarejo señaló al actual presidente Joan Laporta como el responsable de filtrar información falsa sobre Sandro Rosell que acabó con dos años de prisión provisional para el ahora expresidente azulgrana.
Sinceramente, ni me creo ni me dejo de creer lo que pueda decir el Pinocho mayor del reino policial. Esto me da absolutamente igual y, claro está, muy pocos de los que llegan a cargos ambiciosos y con tanto poder pueden estar libres de pecado.
Lo que realmente preocupa son las consecuencias que pueda tener para el club, otra vez. Ya lo vimos con el caso Neymar, con la entidad imputada, y el mismo ritmo lleva el caso Negreira. Vamos a hablar claro porque, a veces, es necesario: el club pagará muy caro todo este escándalo y, aunque sea Laporta quien pague los platos del ahora en condición de presidente, será la entidad la que tendrá que asumir los costes más altos: reputacionales, sancionables y, especialmente, económicos. Estos últimos, con mucha probabilidad, serán aprovechados para exprimir más a una entidad que está viviendo un momento muy frágil.
Pero con todo ello, vuelvo al principio. El escándalo Villarejo remueve la información de las últimas horas. Pero en este punto podemos estar tranquilos porque unos se compensan con otros. Laporta y Rosell comparten demasiados intereses para matarse públicamente: porque si uno cae, el otro también. Ambos mantienen vínculos en el pasado muy fuertes. El más grande es la figura de Alejandro Echevarría, quien, con sus negocios, por poner un ejemplo, en África, une a dos presidentes que, en el pasado, fueron amigos. Pero cuidado otra vez: ambos saben que no quieren morir, pero si hace falta pasarle el muerto de lo que sea al club, lo harán. Y en estas, otra vez, el Barça pasará por caja... después de sentarse, de manera simbólica, en el banquillo de los acusados.