El Barça es un club con muchas aristas. Con Joan Laporta en la presidencia, vive al día, improvisando, solucionando problemas y con muchos cambios. También con muchas incongruencias. Mientras el presidente presume de haber recortado la masa salarial, con muchas bajas en los equipos de fútbol y el despido de muchos trabajadores, sorprende que el número de altos ejecutivos se haya doblado (de 11 a 22) durante su mandato y que el coste haya pasado de 3,7 millones a 6,1 millones, como apuntaba el periodista Toni Frieros.

Laporta ha impuesto un modelo presidencialista en el Barça sin disimulo alguno. Cada vez delega menos el máximo dirigente, ya sea en la parcela económica como en la deportiva.

En su primer mandato como presidente del Barça, Laporta solía consultar sus decisiones a Johan Cruyff y contaba con Txiki Begiristain, a quien El Holandés Volador definió como el "futbolista más listo" que había conocido.

Sin los consejos de Cruyff, Laporta se encomendó a Mateu Alemany, un ejecutivo poco cruyffista pero muy hábil en las negociaciones que le ha hecho casi todo el trabajo sucio. También rescató a Jordi Cruyff para la causa, pero el hijo de Johan se retiró de la dirección deportiva por sus discrepancias con muchas decisiones. A Jordi Cruyff no le gusta que Laporta esté en manos de Jorge Mendes y Deco. 

Laporta también ha tenido incendios en la parcela económica. Jaume Giró ni tan siquiera llegó a tomar posesión como directivo y el presidente no congenió con Jaume Reverter, un CEO que impuso un plan para reducir la deuda del club que chocó con la mentalidad cortoplacista de Jan.

El Barça, más agitado que nunca, sobrevive gracias al buen trabajo de Xavi Hernández. En una época tan convulsa, el técnico de Terrassa ha sabido aislar al equipo de tantas turbulencias.

Institucionalmente, el Barça también vive momentos delicados. El traslado a Montjuïc disgusta a los socios, más resignados que nunca, y sorprende que el Espanyol, incluso en Segunda División, tenga 7.000 abonados más. Y el nuevo Espai Barça suscita muchas dudas por su elevado coste económico. Eduard Romeu, vicepresidente económico, asumió que el coste total, intereses incluidos, se disparará hasta los 2.820 millones, una cifra que hace temblar al más optimista en un Barça con un futuro muy incierto.