La Liga ha dado galones a Xavi Hernández para reivindicarse delante de la directiva y el cuerpo técnico azulgrana. Pero no lo suficiente para tener la voz cantante al 100%. Me explico: el fichaje de Xavi se hizo motivado, principalmente, por una necesidad: ilusionar a los aficionados azulgranas en una época de derrumbe, con un Koeman muy cuestionado y con unas elecciones ganadas por Joan Laporta que eran muy recientes.
Así que el cambio de cromo de una figura venerada por otra, es decir, de Koeman por Xavi, podía ser una buena solución. Pero esta fue oportunista en el mero sentido que este no era el plan marcado por Laporta, sino que lo hizo como reacción a un momento de crisis puntual.
Esto ha llevado a que Xavi sea respetado, pero no lo suficientemente escuchado. Se ha adaptado a un equipo que ya rodaba en plena temporada cuando vino, hace malabares con los que dan el salto desde las categorías inferiores e intenta surfear los intereses de la directiva en todo momento.
Un ejemplo claro es el de Ansu Fati. El megáfono para echarlo se abrió en la primavera pasada y la rumorología llegaba desde dentro del club. Xavi, la única cara visible semanalmente a través de sus ruedas de prensa previas a los partidos, se convirtió en el portavoz improvisado de este caldo de cultivo que él no había provocado. Pero no le tocó más remedio que ser corporativista y seguir la estrategia comunicativa que el club marcaba.
A los entrenadores del Barça siempre les toca asumir, más o menos, un cierto papelón. Pero el de Xavi está siendo de los que marcan época. Y así llegamos al protagonista del título de este artículo: Joao Felix: un fichaje made in Deco, pero en ningún caso deseado ni querido por Xavi. Aunque, nuevamente, en la planificación de pretemporada, el de Terrassa debe competir con los deseos de otros pesos pesados del club.
Joao viene del Atlético de Madrid, igual que Arda Turan. Este último, vale la pena recordar, que tampoco vino por un deseo expreso de Luis Enrique en su momento, sino por una estrategia comercial y de acuerdos entre la anterior directiva azulgrana de Josep Maria Bartomeu y un conglomerado de empresas turcas. Nuevamente, la historia se repite: Xavi, como Luis Enrique, no ha escrito en la carta de Reyes su nombre, pero hará lo que pueda dentro de sus posibilidades.
Otro paralelismo entre Arda y Joao es la capacidad que han tenido de venderlos a la culerada como jugadores únicos. De Arda, cabe recordar que el propio Cholo Simeone admitió de puertas para dentro sacarse el muerto de encima porque era un vago que no entrenaba ni cuidaba su dieta. El caso de Joao no es tan parecido y tiene proyección por edad y más talento, aunque muestra todavía deficiencias para poder llegar a admitir que es un jugador apto para estar en un equipo como el Barcelona.