La situación de Ansu Fati está tomando un sendero que debería preocupar a los culés. El hecho de que Xavi muestre, en cada comparecencia, que su puerta está abierta no es positivo para nadie. Lo justifica en el fair play financiero, pues acto seguido insiste en que es patrimonio del club y que cuenta con él. Pero no es tan tajante como cabría esperar.
Ansu ha pasado por un mal momento a causa de las lesiones. Es posible que sus rodillas sean un problema a medio plazo, pero eso no se sabe hoy. Y es de esos jugadores que tienen estrella, en los que hay que confiar porque sabes que, con muy poco, te la lían. Es esa sensación de tener fe ciega en alguien, es una admiración sin límite, y hay pocos futbolistas que me transmitan esas emociones, que ilusionen como él.
La cláusula de Ansu asciende a 1.000 millones. Nadie los pagará, pero se puede negociar un traspaso, y cuando el río suena… Además, en los últimos días están apareciendo informaciones que lo sitúan fuera del Barça, incluso que ese sería su deseo tras los pocos minutos que disputó en Getafe. Otras fuentes lo niegan, pero los rumores no ayudan a nadie: ni al 10 azulgrana ni al club ni a la afición. Solo a su representante, Jorge Mendes.
Ansu no se toca. Lo contrario sería uno de los mayores errores históricos de la entidad. Hay que darle la oportunidad de renacer. Malo sería arrepentirse de no dársela.