El Barça vive con muchos sobresaltos. Al día. Sin un plan coherente. Joan Laporta heredó un club con una masa salarial disparada y muchos contratos hinchados, pero rechazó el plan estratégico de Ferran Reverter para enderezar las cuentas de la entidad, obsesionado con ganar una Liga al precio que fuera, hipotecando los activos que hiciera falta. Afortunadamente, el equipo de Xavi Hernández ganó la Liga el curso pasado, pero los problemas persisten. Y van a más.
Laporta, más por necesidades del guion que por convencimiento, ha recortado la desmadrada masa salarial en los últimos meses. Y, paralelamente, ha fichado a futbolistas que acaban contrato (Gundogan e Iñigo Martínez) o a bajo precio (Oriol Romeu) para que el Barça siga siendo competitivo. Ahora continúa con sus juegos malabares para contratar a un lateral derecho y, después, intentará el fichaje de un mediapunta.
Xavi Hernández sigue a la espera de noticias. Ya se ha tenido que cuadrar el técnico en más de una ocasión para frenar a Laporta. Por ejemplo, con Rubén Neves, a quien el presidente quería colocar en el club a toda costa para vender a Ansu Fati. Tampoco quiere Xavi a Neymar, de quien teme que le desestabilice el vestuario, y no entiende que en una situación tan crítica el presidente le ofrezca saldos a precio de oro.
La gestión de Xavi de la plantilla, la pasada temporada, fue modélica. El Barça, con nuevos liderazgos, vuelve a ser un EQUIPO. Ya no aspira a fichar los mejores futbolistas del mundo y debe cambiar de estrategia. Bueno sería que mirara hacia las categorías inferiores y, sobre todo, fuera más atrevido.
La marcha de Dembelé fue un duro golpe para Xavi. Normal. Nadie ha tenido tanta paciencia con el extremo francés. Abde es un futbolista parecido, pero no tiene tanta clase. Sin embargo, haría bien el técnico en jugársela con Yamal e, incluso, con Fermín. Y en las categorías inferiores hay más jugadores con mucho talento. Sobre todo, en el centro del campo.
En tiempos de crisis, el Barça debe reinventarse y ser mucho más fiel a su filosofía. No debe pensar tanto en el corto plazo y sí en apostar por un modelo viable y sostenible. Ahora toca poner orden a las cuentas del club, no sea que todo se desmadre demasiado.