Seguramente a todos los lectores les sonará el nombre de Jorge Mendes, el autoproclamado ‘superagente’, capaz de llevar la mejor hornada de jugadores portugueses de la historia, encabezada por Cristiano Ronaldo, y extender sus tentáculos por buena parte del fútbol mundial, con una preferencia estos últimos años por la Masia, donde ya ha ‘pescado’ a Ansu Fati, Alejandro Balde, Nico González y Lamine Yamal, entre otros.
No hay que negar que el bueno de Mendes hace bien su trabajo: ofrecer a sus jugadores a los mejores clubes de Europa. El problema es que el representante luso a veces parece querer controlar más de la cuenta, utilizando métodos ciertamente discutibles para meter a sus representados. Aquí en el Barcelona ya ha intentado dos ‘triquiñuelas’ que no le han salido bien, pese a la aquiescencia de Joan Laporta, que parece encantado de tenerle como aliado.
La primera y, a todas luces, más grave, fue intentar meter con calzador a un jugador que la secretaría técnica del club llegó a descartar hasta en cuatro ocasiones. Estamos hablando de Rubén Neves. El entrenador Xavi Hernández buscaba un pivote defensivo para reemplazar a Sergio Busquets o darle descanso en el caso que hubiera renovado un año más. Atento a la jugada apareció Mendes para reclamar la atención a su representado, internacional y que jugaba en el Wolverhampton, como candidato. Convenció a Laporta, que a veces parece demasiado cándido, pero se encontró con el muro infranqueable de la dirección deportiva, encabezada por Xavi Hernández, que descartó totalmente a Neves, simplemente porque “ni defiende, ni presiona ni guarda la posición”. A Mendes el rechazo de Xavi no le frenó, ya que lo volvió a ofrecer cada vez que se abría el mercado, llegando en un último intento a ‘dibujar’ un traspaso con Ansu Fati más 30 millones a favor de los blaugrana. Afortunadamente, el joven delantero se negó tajantemente, ante la incredulidad de su representante, ya que le ofrecían el doble de ficha al canterano, pero ni quería salir del Barcelona ni mucho menos irse a un club de la zona media/baja de la Premier.
Como le falló la opción Neves —al final aceptó irse a Arabia con 26 años—, intentó un nuevo ataque, ahora con Joao Félix como protagonista. Consciente de que el delantero no quiere seguir en el Atlético, y menos con el ‘Cholo’ Simeone en el banquillo, forzó a su pupilo para que realizara una declaración pública de amor al Barcelona, sabedor de que Laporta es un enamorado de las cualidades del internacional. Sin embargo, una vez más, ha sido Xavi quien le ha parado los pies a Mendes, aunque en esta ocasión no ha necesitado mucha vehemencia por su parte: la situación económica del club tampoco permite afrontar este tipo de operaciones. Los técnicos consideran a Joao un buen delantero, pero ven muy complicado su encaje en un fútbol donde necesitan jugadores disciplinados tácticamente y que sepan presionar sin balón.
Eso sí, Mendes ha sido incapaz hasta ahora de vestir de blaugrana a dos jugadores que la secretaría técnica lleva tiempo pidiéndole encarecidamente. Se trata de Bernardo Silva y Joao Cancelo. Cada uno por circunstancias distintas, pero al final Xavi no ha podido contar con dos jugadores que considera vitales para dar un plus definitivo al equipo en sus aspiraciones para ganar la Champions. Aquí el agente no ha sabido, o no ha querido, dar cumplimiento a los deseos de los técnicos.
Así pues, haría bien Laporta en vigilar y estrechar aún más su círculo de amistades. Está claro que algunos compañeros de viaje, con los que va alegremente de la mano en su segundo mandato, no se lo están poniendo nada fácil…