Oriol Romeu ha vuelto a casa. Y nadie esperaba que su fichaje por el Barça fuese tan polémico. El traspaso ha motivado incluso la indignación del alcalde de Girona, Lluc Salellas, de la CUP, que ha cargado contra el club azulgrana por arrebatarle el centrocampista al equipo de su ciudad. Es lo que tiene dar poder a los ultras, sea del lado que sean, y es que sufren de incontinencia verbal. ¿Qué narices hace el máximo representante de un ayuntamiento, en este caso de una capital de provincia, opinando de este modo sobre dicha operación? Para que luego digan que el fútbol es fútbol y la política, política. Nada de eso. Están muy conectados, aunque se pretenda dibujar una línea imaginaria que los divide y que apenas se respeta, más o menos, en Occidente y en este momento de la historia.
Sobre el fichaje de Romeu, son los técnicos y los especialistas los que saben si encaja o no en la plantilla y si puede asumir las funciones de Sergio Busquets, flamante fichaje del Inter Miami junto a Leo Messi, Jordi Alba… y quién sabe si Luis Suárez y Andrés Iniesta. Lo que está claro es que regresa a casa, y que se ha curtido por los campos de las mejores ligas del mundo. Salió del Barça por falta de oportunidades y fichó por el Chelsea. También ha defendido los colores del Valencia, del Stuttgart, del Southampton y, en última instancia, del Girona. Cierto es que no ha ganado muchos títulos, pero atesora una Liga y una Champions. Y también es verdad que, por lo general, han quedado encantados con su rendimiento y su personalidad en todos los lugares por los que ha pasado. Bienvenido, Oriol.