El 24 de mayo me permití responder un tuit del estimado periodista Joan R. Vallvé que afirmaba que si Busquets y Alba marchaban del Barça costaría mucho volver a ver a Messi en el club azulgrana. Vallvé sostenía su tesis en que los dos eran los únicos amigos personales del argentino. Le respondí: “Desde que comenzaron las reuniones de las familias Messi, Busquets y Alba en Barcelona tengo la idea que el único objetivo de las mismas no es otro que juntarse los tres en el próximo destino". "Las familias juntas en un país desconocido para todos. Es una idea”, concluía mi respuesta.

Ha salido tal cual. Los tres amigos jugarán en el Inter de Miami y las tres familias vivirán en esta bella ciudad estadounidense. Mientras, el Barça, aunque el presidente Joan Laporta diga que el club alcanzará una velocidad de crucero en 2024, tendrá que conformarse sin encontrar un sustituto de Messi durante muchos años. Y solo podrá suplir con eficacia a Jordi Alba, pero tendrá otro problema para encontrar uno de Sergio Busquets.

Es verdad que Oriol Romeu ha impresionado en el Girona, y que se formó en la cuna de La Masia, tiene la experiencia internacional de haber jugado en el Chelsea, Stuttgart y Southampton y es un buen jugador. También es verdad que tiene 32 años. Y no deja de ser cierto que llega al Barça en un momento difícil con el dato de que en la posición de Busquets el Barça ha probado a más de 10 canteranos y ninguno de ellos pudo arrebatar el puesto al mejor 5 que ha tenido el fútbol español en toda su historia.

Y eso pesará mucho en las espaldas de Romeu. Llega al Barça con la responsabilidad de sustituir a Busquets, un jugador que ha sido insustituible para todos los técnicos que han dirigido al equipo azulgrana desde Pep Guardiola, que fue quien lo llevó al primer equipo. Demasiado peso para un futbolista que desconoce la presión que existe en Can Barça.