En el FC Barcelona ha empezado a circular que las aspiraciones contractuales de Xavi Hernández y las que le ofrece la directiva de Joan Laporta están demasiado alejadas. No es nada sorprendente si tenemos en cuenta que, haciendo un símil, Saras Jasikevicius ha vivido lo mismo con un final de camino, aun ganando la Liga por un contundente 3-0 en la final de playoff contra el Real Madrid.

Pero ya sabemos que el baloncesto y el fútbol nada tienen que ver. Y Xavi se ha ganado la credibilidad y el crédito para pedir aquello que se adapte más y mejor a sus exigencias. Aunque todo ello tiene unos límites. Desde el club, consideran que Xavi va de prepotente e impone más de la cuenta. Ya sabemos cómo funcionan los ventiladores azulgranas. Y, al fin y al cabo, el dominio de la opinión pública -- lamentablemente-- no lo tiene Xavi.

Desconozco si el de Terrassa tiene más o menos razón, pero debería saber con quién está tratando por la larga experiencia que tiene con el barcelonismo: primero como jugador, ahora como entrenador. Por otro lado, también es verdad que la directiva actual debería valorar los esfuerzos que ha hecho Xavi para ser entrenador en un momento pésimo deportivamente y cuando él, a las puertas del Mundial de Qatar, renunció al contrato que tenía con el emir en este país árabe.

O, también, lo que se ha callado viendo como Deco pinta más que nadie en los esquemas deportivos. O, también, los capotes que Xavi ha dado al club en más de una rueda de prensa en casos como el de Ansu Fati, por poner un ejemplo reciente.

No dudo que cada uno tendrá sus razones, pero sería importante limar las asperezas que están surgiendo y, especialmente, revertir la imagen que se está dando o considerando de Xavi dentro del club.