El Barça se encuentra en el momento más crucial de los últimos 60 años. El modelo actual de propiedad, el del “más que un club” en manos de sus socios, está más en peligro que nunca. Por suerte, cada vez más prensa se está dando cuenta de que la nefasta gestión de la directiva actual conduce el club a una SA. Si la junta de Laporta quisiera evitarlo de verdad abriría un debate profundo con la participación del socio, pidiéndole ayuda, en lugar de ningunearlo y amenazarlo. Es impresentable.

El vicepresidente económico Eduard Romeu, que mintió al socio al asegurar que el Palau estaba incluido en el acuerdo de financiación del Espai Barça, se ha permitido el lujo de amenazar al grupo de socios, encabezados por Jaume Llopis, que le han pedido explicaciones, que solo quieren saber la verdad de la temeraria hipoteca que han firmado. “Seremos implacables y tendrán que responder del daño al club con su patrimonio”, aseguró Romeu. Además de que esa amenaza no tiene ningún fundamento jurídico, parece ignorar que se debe a los propietarios del club y que su obligación es rendir cuentas ante los socios.

Ha olvidado que fue la asamblea de socios la que aprobó que fuera directivo aunque no se había presentado a las elecciones. Es como si un político amenaza a los ciudadanos que le piden explicaciones. Inaudito. Y, ¿con este talante pretende ser Director General del club y luego presidente? Seguro que su traumática salida de Audax le ha descentrado, y lo que ha visto en el club ha despertado su enorme ambición. Lo que merecen estos socios preocupados por el futuro del club es un aplauso y que, como mínimo, les reciban.

Además Romeu, que ya mintió con el Palau, presumió de que la masa salarial será de 610 millones: 530 millones del primer equipo y 90 de las secciones. En la temporada 20-21, la auditoria plasmó que la masa salarial era de 616 millones, 510 del primer equipo y 106 de las secciones. O sea que Romeu está admitiendo que han aumentado la masa salarial del primer equipo en 20 millones y sin Messi, Griezmann, Busquets, Piqué y Alba. Vaya timo. Por cierto, solo dos semanas después de decirle a Messi que no podían hacerle una oferta, filtran a la prensa que han cerrado un acuerdo con Gundogan, tras presentarle, a él si, una suculenta propuesta.

Da la sensación que Laporta es tan autócrata que lo que no acabaría de querer era un contrapoder dentro del club. Esta junta ha conseguido alejar al socio de la entidad con asambleas telemáticas, subidas de precio del abono desmesurados (rectificadas después), suspensión del derecho de abono y retirada del seient lliure o acusarles de ser unos reventas masivos, para luego justificar el escándalo del Eintracht provocado por la ineptitud de la junta. Y en el menosprecio del traslado a Montjuïc, donde los abonados no tendrán un asiento fijo a pesar de haberlo pagado todo el año.

Han conseguido la desafección y resignación del socio. De los 84.000 abonados actuales solo renuevan 13.000. Esta directiva no ha entendido cuál es la verdadera fuerza y alma del Barça. Lo gestionan como si fuera una SA, cuyos propietarios fueran ellos. Se trataba de acercar el club al socio y no de separarlo. Y mientras tanto, el presidente Laporta viaja a Qatar para vender una sucursal del Barça a los magnates del “país de los corruptos”, que es como lo definió él en 2015 para criticar que Rosell hubiera conseguido el mejor contrato de patrocinio de la camiseta, en lugar de estar presente en la final four de Colonia apoyando a la sección de balonmano.

El presidente tampoco estuvo en ninguno de los tres partidos en los que el Barça de baloncesto derrotó al Real Madrid para ganar la ACB, demostrando curiosamente que ni le gustan ni le importan las secciones, ni tan siquiera el año que consiguen el hito de ganar las seis ligas. Un gran éxito destacable debido a algunos aciertos y, sobre todo, a la buena herencia recibida. Ya tiene guasa que la directiva que va a imponer un recorte presupuestario del 25%, cargándose su competitividad y que las ha ninguneado en el acuerdo del Espai Barça al no construir un nuevo Palau, saque pecho.

Las secciones son un signo identitario del “més que un club” y en lugar de despotenciarlas hay que gestionarlas mejor para que sean menos deficitarias económicamente. Por ejemplo, si el Barça de baloncesto es el primer o segundo club de Europa debería tener un pabellón acorde, y el mejor o segundo mejor contrato de patrocinio en la camiseta. Evidentemente, no es así. Los buenos gestores no son aquellos que hacen los mayores recortes, sino los que gestionan de manera más eficiente. Y mientras tanto, sube el gasto de personal no deportivo y aumenta el Comité de dirección y su remuneración.