El Barça es de los socios. La frase ha salido de la boca de casi todos los presidentes del Barça. Ha sido tan repetida que nos la creemos firmemente. El socio vota y elige al candidato que cree cumplirá con los objetivos del club y con sus deseos. El socio vota y descarta a los candidatos en los que no cree. No hay trampa alguna. Ustedes eligen. E igual que escogen una opción, cuando creen que esta les falla pueden utilizar las redes sociales para pedir dimisiones, pueden pitar en el campo e incluso los estatutos permiten mociones de censura. Eso ha pasado varias veces a lo largo de la historia del Barça. Con Agustí Montal, Josep Lluís Núñez, Joan Laporta, Sandro Rosell y Josep María Bartomeu.

Dos años después de la elección de Laporta por primera vez observo cierta indignación en muchos culers. La culpa la tiene el Espai Barça, su financiación que asciende a 1.500 millones, el cierre del campo durante año y medio y el traspaso de los partidos del equipo a Montjuïc, con una reducción de público extraordinaria en un momento en el que hasta el equipo femenino superaba los 80.000 espectadores. Además de perder las condiciones favorables que tenían en el Camp Nou, los socios tendrán que asumir otros abonos a un elevado precio que dada la situación económica que vivimos no parece de lo mas razonable.

El cabreo de parte del barcelonismo es lógico. Pero ese es el proyecto votado por los más de 30.000 socios en las elecciones del 2021. La remodelación del Camp Nou es necesaria, quizás podría discutirse que no es conveniente en este momento de crisis económica, no solo del club sino mundial. Endeudarse más de lo que se hubiera endeudado con la prometida continuidad de Messi tampoco parece coherente. Pero como dijo aquel y aquel otro, es lo que hay.