El clásico ya no es lo que era. En tiempos de globalización y saturación televisiva, Barça y Real Madrid afrontan el partido de esta noche como un duelo más. Ya nada parece decisivo ni trascendente. El equipo de Xavi Hernández tiene la gran oportunidad de abrir un boquete enorme en la Liga, pero la crisis reputacional desatada en por los pagos a Enríquez Negreira y las convulsiones que vive el club por su mala gestión económica frenan la euforia culé. Al Madrid, mientras, siempre le quedará la Champions, aunque una derrota en el Camp Nou certificaría la desidia de un equipo cansado de ganar y que solo parece motivarse con la Champions.
El barcelonismo, históricamente, estaría en un estado de excitación histórico hace 10 o 20 años si recibiera al Real Madrid con una renta de nueve puntos. Ocurre, sin embargo, que los socios y aficionados solo reciben noticias negativas de su club. La financiación del Espai Barça preocupa por sus consecuencias a medio y largo plazo, y el próximo traslado a Montjuïc incomoda a los abonados, pero nada fastidia más a los culés que las sospechas de que el club comprara árbitros entre 2001 y 2018 por una colaboración chapucera e inmoral. Lamentable.
La afición del Barça quiere que se hable más de fútbol y menos de números y conflictos varios. Y la memoria parece ser selectiva. En el Barça ya no vale con ganar, cuando el club estuvo 14 años sin ganar una Liga y encadenó cinco sin un título.
Xavi ha rescatado un equipo deprimido y acomplejado. En tiempos de dudas y convulsiones, el técnico ha blindado el vestuario del ruido mediático. Su equipo tiene margen de mejora, pero es fiable y solvente. Solo ha recibido ocho goles en la Liga, pero parece que ganar por la mínima sea un sacrilegio en el Camp Nou.
El Barça de Xavi sostiene a la institución. Después de tres años sin ganar la Liga y con un próximo traslado a Montjuïc que pone los pelos de punta a los barcelonistas, nada se disfruta en el Camp Nou. Llega el Real Madrid y solo la postura del gran rival con el Barçagate de Negreira parece motivar a los culés. Poco se habla de Lewandowski y compañía.
El Real Madrid, a nueve puntos del Barça en la Liga, vive mucho más tranquilo que su gran rival. Y una victoria blanca en el coliseo azulgrana apretaría la clasificación y añadiría más tensión a un club que está de los nervios. La sensatez de Xavi es el mejor bálsamo para un Laporta desesperado, sin fórmulas mágicas ni círculos virtuosos. Por eso, el barcelonismo necesita una noche feliz. La Liga es el mal menor para un club que fue admirado en todo el mundo y que ahora está bajo sospecha.