Ronald Koeman fue despreciado, vilipendiado y maltratado durante su breve, pero intensa, etapa como entrenador del FC Barcelona. Le sentó fatal el banquillo culé al mito de Wembley porque tenía tantas ganas de entrenar al Barça que eligió el peor momento posible para hacerlo: el ocaso de Bartomeu, un presidente que despilfarró en un momento de bonanza y al que muchos le tenían muchas ganas, especialmente los medios de comunicación que vieron recortadas con la pandemia las generosas retribuciones que recibían y que ni Radio Barcelona ni ningún otro medio han querido sacar a la luz porque hay intereses poderosos que lo desaconsejan.
Koeman pagó la novatada de ser un fichaje de Nobita y desde los medios más laportistas, es decir, nacionalistas, no le pasaron ni una. Fueron a degüello hasta que lo liquidaron. Del mismo modo que presionaron a Laporta hasta que le hicieron cambiar de opinión sobre Xavi Hernández, a quien no quería en un primer momento por ser un hombre de Víctor Font y del que ahora está enamorado.
Hoy parece que comparar a Xavi con Koeman sea un insulto. Y desde esta humilde columna perteneciente a un medio mucho menos poderoso que otros, aunque quizá más independiente, queremos reivindicar que no lo es. Y queremos decir que en ocasiones hay cosas de Xavi que recuerdan a Koeman. Y desde aquí las aplaudimos. Se dice y no pasa nada.
Por ejemplo, la importancia de ganar siempre con la camiseta del Barça, aunque en ocasiones ello comporte renunciar a determinados estereotipos heredados del majestuoso Barça de Guardiola, que nunca volverá. El Barça de Xavi ganó al Madrid en el Bernabéu mostrando la versión más defensiva que se le recuerda al equipo en más de una década. La versión más defensiva de lo que llevamos de siglo, quizá. ¿Y qué? El Barça utilizó las armas que tenía a su disposición --la mejor defensa de Europa-- para ganar ya que otras armas más letales --Lewandowski, Dembelé, Pedri y Christensen-- estaban en la enfermería. Xavi hizo lo correcto y, como él mismo dijo, obtuvo un triunfo "extraordinario". Además, ganar al Real Madrid, y más en el jardín de Leo Messi, siempre es motivo de alegría.
Muchos pensábamos viendo el Madrid-Barça que si hubiese sido Koeman el entrenador azulgrana con la propuesta futbolística que se vio en el Bernabéu, al holandés lo hubiesen destrozado. Pero también es verdad que Xavi ha logrado una cosa que a Koeman se le resistía, y es ganar a los equipos grandes. En cambio, en Europa han estado los dos igual de mal hasta la fecha.
El domingo pasado, contra el Almería, también se le puso a Xavi un poco cara de Koeman. El entrenador de Terrassa acabó muy enfadado, no era para menos. Recordó a una de las peores versiones del héroe de Wembley, colgando centros al área de manera irrefrenable contra el Granada, para nada. Frente al Almería, los pupilos de Xavi lanzaron hasta 42 pases altos a la olla y el equipo perdió. No fue la mejor solución, pero en ocasiones, cuando hay pocos recursos, hay que intentarlo como sea. El problema sería que no se intentase.
Xavi está construyendo su propio camino y está confiando en su propia toma de decisiones. Hay que seguirle dando margen de maniobra y no pasa nada si de vez en cuando se le compara con Koeman o con Pep Guardiola, porque al final todos han bebido de la misma fuente futbolística, que es Johan Cruyff. El problema, y lo que da más pena, es que solo se usen estas comparaciones para malmeter la imagen del actual técnico.
Koeman regaló muchas noches de buen fútbol y logró hacer trempar a unos culés que se habían aburrido con el pragmático Valverde o que se habían tirado de los pelos con Quique Setién, pero también llegó a desquiciar en algunos momentos. Koeman ganó una Copa del Rey en su primer año, mientras que Xavi ha logrado una Supercopa ante el Madrid y ya busca la próxima Copa, también a costa de los blancos (que se le dan especialmente bien, con tres victorias en cinco partidos oficiales). Koeman es un mito viviente de la historia del FC Barcelona y Xavi Hernández también lo es. Son de los nuestros.