El FC Barcelona de Xavi Hernández afronta este jueves uno de los mayores retos de los últimos años: vencer en Old Trafford, ante un Manchester United envalentonado, en el que Marcus Rashford está marcando goles como rosquillas, sin dos de tus mejores jugadores en el mediocampo (Pedri y Gavi), con Sergio Busquets recién salido de una lesión en el tobillo y tu jugador más desequilibrante, Ousmane Dembélé, en la enfermería desde hace un mes, y con uno de tus jugadores franquicia, Ansu Fati, instalado en un mar de dudas.

Así, a bote pronto, parece casi una misión imposible salir airoso del envite, sobre todo porque en Europa no le acaban de salir las cosas bien a Xavi. Desde que aterrizó en el banquillo blaugrana, allá en noviembre del 2021, sus partidos por el Viejo Continente han sido más descorazonadores que otra cosa. Empezó con un empate a nada ante el Benfica en el Camp Nou para luego ser vapuleado en Múnich ante un Bayern muy superior. Eliminados de la Champions, los primeros pasos por la Segunda División europea, la Europa League, invitaron a soñar, tras pasar por el forro a Nápoles y Galatasaray. Sin embargo, el Eintracht volvió a dar un bofetón de realidad a los blaugrana, en una eliminatoria vergonzosa, donde el Camp Nou se tiñó con los colores del equipo alemán, en un ataque de codicia de los responsables del club, que vendieron entradas sin ton ni son, en un mero afán recaudatorio. Con la presencia de más de 30.000 gargantas teutonas en el coliseo blaugrana, el equipo se despidió de la competición europea por la puerta de atrás.

Al año siguiente, de nuevo el Bayern se volvió a cruzar en el destino del Barcelona, pero esta vez el Inter asumió el relevo del Benfica. Tras un inicio esperanzador, con goleada incluida a la cenicienta del grupo, el Viktoria checo, llegó el partido en Múnich, donde los blaugrana, pese a enmudecer a las gradas del Arena en la primera parte, acabaron mordiendo el polvo. Más cruel si cabe fue el doble cruce con el Inter, donde un Barcelona con muchas bajas y perjudicado por otros tantos errores arbitrales, manos de Dumfries incluidas dentro del área que el VAR optó por mirar a otro lado, acabó cayendo en el Giuseppe Meazza y empatando en el Camp Nou. Dos resultados que abocaron a los blaugrana, de nuevo, a la Europa League.

Y la mala fortuna quiso que le tocara al Barça al rival más en forma de la Premier, el Manchester United de Ten Hag, a las primeras de cambio. Sí, el mismo equipo que derrotó al City de Guardiola hace un mes en la competición inglesa y que lleva una sola derrota en los últimos 16 partidos.

Tras empatar 2-2 en el Camp Nou, en un partido intenso y de muchos kilates futbolísticos, el Barcelona se juega este jueves el orgullo y el prestigio. Y es que, si bien la Europa League no es una prioridad dentro del club, sí que es un deseo a voces. Un triunfo en Old Trafford serviría para consolidar definitivamente el proyecto de Xavi, constatando que ya puede compartir mesa con los grandes de la Champions y que ya está preparado para reclamar de nuevo su trono en el Olimpo futbolístico.

Pero, siendo realistas, al socio ahora mismo, más que pasar la eliminatoria, lo que quiere es sentirse orgulloso del equipo. La prioridad es la Liga, donde el equipo de Xavi está firmando un campeonato casi perfecto, siendo la Europa League un mal menor. De ahí, que la afición no exija que el equipo elimine al United, sino que salga de Old Trafford con la cara alta y las botas puestas…