El señor Matías Messi perdió el norte. Por mucho rencor que le guarde al Barça y a Laporta no puede hacer este tipo de ataques en público. Barça y Messi, Messi y Barça lo dieron todo el uno por el otro y, todo lo que sale ahora, son las consecuencias de la ruptura de la relación más bonita que nos ha dado nunca el fútbol. Pero no, por mucho que todavía le duela, no puede decir esas cosas en público.

Matías ha vuelto a dejar en mal lugar a Leo y, a pesar de que el astro argentino ya ha dejado claro en varias ocasiones que sus opiniones nada tienen que ver con las de su hermano, lo cierto es que muchos culés la han tomado con él.

No caigamos en este error. Leo Messi tiene sus diferencias con Laporta, pero con el Barça y los culés tiene un sentimiento de nostalgia y estima que no se pueden comparar con nada más. Messi sabe todo lo que hizo el Barça por él y todo lo que él hizo por el Barça. La historia habla por sí sola, así que dejemos estar al señor Matías que, una vez más, ha demostrado estar muy mal asesorado. Leo todavía no ha renovado con el PSG y, a lo mejor, incluso tendrá recoger cable con lo del regreso de su hermano al Camp Nou.  

Y ahora, lo de Vinicius...

Ojalá desaparezcan de una vez por todas todos los racistas y violentos de nuestro fútbol y, sobre todo, de nuestra sociedad. Cuanto antes mejor... Los del Mallorca, los del Valladolid, los del Atlético, los del Barça y los del Madrid. ¡Todos! Pero amigos, no hay más ciego que el que no quiere ver. Centrar el caso Vinicius exclusivamente a un tema de racismo me parece demagogia barata para excusar la actitud de un futbolista que deja mucho que desear.    

Dos no se pelean si uno quiere y eso es lo que pasa con el brasileño. Dan igual los colores, los de piel y de camiseta. No es casualidad que siempre sea él el que tiene problemas, no es casualidad que sus compañeros de profesión se las tengan siempre el número 20 del Real Madrid.

Hace unas semanas tenía que escuchar que esta actitud de Vinicius hacía gracia e incluso gustaba a los seguidores blancos, pero ahora que los resultados no acompañan y que la situación es insostenible, este discurso ha cambiado. La vara de medir no es la misma y los que hoy optan por este razonamiento apelando únicamente al racismo, son los que ayer aplaudían las patadas a Neymar en el Bernabéu, se reían de los plátanos que le caían a Alves en Villarreal o incluso también se animaban a meterse con el color de piel de Samuel Eto’o.  

El día que Vinicius se centre solo en jugar será el mejor del mundo y tendrá el reconocimiento de todos sus rivales. No hay nada mejor que salir ovacionado lejos de casa pero hasta llegar a este punto, si es que llega, hay que entonar el mea culpa por parte de todos. Todos. Aficionados, rivales, prensa y, evidentemente, también Vinicius y el Real Madrid. La solución la tenemos todos en nuestras manos.    

Ah, y para acabar y por si no lo he dejado suficientemente claro.... Que los racistas y los violentos cojan sus diminutos cerebros y se vayan a tomar por el culo de una vez. De todos los campos y de nuestro día a día. Sois asquerosos.