Xavi Hernández está consiguiendo un cambio de tendencia que se anhelaba desde hace tiempo en el FC Barcelona. Pero no alcemos las campanas al vuelo todavía. También se pensó lo mismo con la Copa del Rey de Koeman y con el 0-4 del Bernabéu el curso pasado. Y la realidad fue que las dos temporadas que siguieron a aquellos dos grandes hitos terminaron con una eliminación prematura del Barça en la fase de grupos de la Champions.
El nuevo entrenador ha liderado una serie de cambios necesarios en el vestuario y sobre el terreno de juego que parecen conducir a esa "nueva era", como reza el documental. El primer objetivo para la consolidación del proyecto pasa por ganar la Liga, pero todavía queda la segunda vuelta y el Real Madrid está jugando cada vez mejor en los últimos partidos. El objetivo final pasa por volver a competir de tú a tú con los grandes de Europa la próxima temporada, aunque para ello, una buena prueba de fuego será la Europa League de este curso, con el Manchester United de Ten Hag como primer gran rival a batir.
Xavi llegó con unas nuevas normas, un código de conducta disciplinario que pasó factura a todo un mito culé como Gerard Piqué. La decisión de quitar protagonismo a las vacas sagradas como Jordi Alba --hay que decir que su actitud e implicación es de un profesional intachable-- puede terminar siendo clave a la hora de encontrar los nuevos liderazgos que anhela el equipo, aunque Sergio Busquets se mantiene como pilar intocable en la jerarquía, dentro y fuera del vestuario. Sobre el terreno de juego, el técnico ha sabido ir imponiendo un estilo de juego que descubríamos en verano y que no nos acabábamos de creer, un 3-4-3 con cuatro centrocampistas situados en cuadrado: dos pivotes y dos interiores ofensivos. La figura de un lateral como Balde, que acaba haciendo de extremo en ese sistema es clave. Aunque más importante es, si cabe, la presencia de Jules Koundé.
Sin duda, el defensa francés es el gran fichaje revulsivo del Barça esta temporada. Obviamente Lewandowski llama más la atención con sus goles, pero la necesidad de tener un perfil como el de Koundé ya le ha convertido en intocable. Mateu Alemany ya lo tenía controlado por el bajo salario que tenía en el Sevilla, pero Xavi lo pidió, lo reclamó de manera incansable y lo convenció para venir a Barcelona. Y qué razón tenía. Es imprescindible.
Gracias a Koundé, Xavi puede llevar a cabo ese 3-4-3 con absolutas garantías. Su polivalencia le convierte en un perfecto lateral derecho para el 4-3-3 --al que también se puede adaptar Balde sin problemas-- o en un central impecable en un 3-4-3 que acaba con Balde como extremo conservador. El ex del Sevilla cubre la banda del extremo depredador --ya sea Dembelé o Raphinha-- y conforma un tridente sensacional junto a Christensen y Araujo, logrando que los cuatro medios puedan brillar con luz propia.
Koundé era necesario para acelerar la retirada de Gerard Piqué, uno de los mejores futbolistas que ha pasado por el Barça, pero cuyo papel en el vestuario y ejemplo en los entrenamientos ya no era el idóneo. Xavi trabaja ahora un poco más tranquilo, liberado de un posible foco de tensión que habría sido difícil de enterrar sin la presencia de Koundé, ese central corrector, rápido y disciplinado, que asombra con su fluida salida de balón, su vocación ofensiva y su inteligencia sobre el césped. Hace mejores a sus compañeros y es clave en la resurrección del Barça. Es el fichaje tapado, un líder callado que simboliza el cambio a la nueva era que deben liderar los Pedri, Gavi o Araujo.