Evidentemente es una falacia creer que dentro de un club tan grande como en el FC Barcelona existe siempre una unidad indisoluble y una unanimidad aplastante en todas las decisiones. Tanto el presidente, como los miembros de la junta y ejecutivos del club, disienten en muchos asuntos, aunque algunos, por razones más mediáticas, salen a la luz y otros se quedan bajo llave en el baúl de los recuerdos.
El tema de la división en los fichajes para el primer equipo es tan recurrente como real. De hecho, ahora mismo se está produciendo ruido de sables en el club. Por un lado, están los responsables del área deportiva, con Xavi Hernández a la cabeza, que consideran necesario buscar un sustituto que cubra la marcha de Memphis Depay, y por otro, algunos miembros de la junta y ejecutivos del área económica, que consideran más necesario enjuagar algunos de los parches que tiene el primer equipo, como por ejemplo cerrar la ficha profesional de Gavi o plasmar la renovación de Alejandro Balde, con el dinero que ha dejado en la tesorería el atacante holandés.
Sea como fuere, el debate en el seno del club empieza a ser demasiado regular y constante. Es cierto que Joan Laporta es el presidente y quien tiene la última palabra en las decisiones, pero también que debería delegar en algunos asuntos, sobre todo donde hay gente en el club con más conocimientos que él. Su afán presidencialista a veces le turba un poco los sentidos y no acaba de escuchar los consejos de sus personas cercanas de máxima confianza.
Un ejemplo claro sobre este asunto es su obcecación en fichar al portugués Rúben Neves cuando nadie de la secretaría técnica lo ha pedido. De hecho, los informes que se tienen del centrocampista son más bien negativos: no sabe defender y le cuesta orientarse en el juego de posición. De ahí que Xavi lo haya descartado repetidamente, pese a la insistencia de Laporta. Y es que el elegido por la secretaría técnica para reemplazar a Sergio Busquets en el pivote defensivo tiene nombre y apellido: Martín Zubimendi. Aunque sus 60 millones de cláusula, que años atrás serían una cantidad baladí, ahora mismo son lo más parecido a escalar el Everest.
Este contraste de opiniones se empezó a fraguar hace justamente un año con Ousmane Dembélé como protagonista. Mientras Xavi Hernández defendía su continuidad a capa y espada, en el club se consideraba que su agente les estaba tomando el pelo y querían darle el boleto a cualquier precio. Finalmente, no se encontró una salida para el francés y Xavi fue capaz de reconducir la situación y devolverle para la causa.
El ruido de sables sigue, pero con menor acritud y beligerancia: Xavi tenía la palabra de Laporta que si se marchaba un jugador se buscaría un relevo para no debilitar la plantilla. Memphis pidió salir, un poco a las bravas, y Xavi sigue sin tener su relevo, a falta de poco más de una semana para que expire el plazo. Su discurso, además, ha pasado de insistir con vehemencia en la necesidad de un refuerzo, a una cierta resignación en sus últimas comparecencias, dejando caer que no sería “ninguna tragedia” si no viene alguien.
Por el camino se han caído ya tres candidatos: Pierre Emerick Aubameyang, Yannick Carrasco y Gonçalo Guedes. El gabonés, porque la Liga le prohíbe fichar por tres equipos en una misma temporada, el belga, porque se aplaza su incorporación al mes de junio y el portugués, porque ya tenía un acuerdo con el Benfica. Tres piezas fuera ya del puzzle.
Xavi, respaldado en todo momento por Jordi Cruyff, aún no ha dado su brazo a torcer, y sigue esperando un milagro que le permita fichar a un delantero. Su coartada es que para ganar las tres competiciones que faltan se necesita sumar y no restar. Y ahora misma cuenta con dos menos que cuando empezó en agosto. Veremos al final quién se sale con la suya, aunque la coartada de los ejecutivos del área económica, con el Fair Play como bandera, también tiene mucho peso y respaldo.