Por desgracia, en todas partes cuecen habas y el Barça no se libra de asuntos ajenos a la entidad barcelonista. Y en las últimas horas son dos exazulgranas los que han sido noticia por cuestiones algo turbias. Por un lado, Dani Alves, toda una institución en el vestuario del mejor equipo de la historia del club, ha quedado detenido en Barcelona acusado de agredir sexualmente a una mujer en una discoteca de la capital catalana. Por el otro, Xavi Torres, capitán del Lugo y otrora integrante del B blaugrana –disputó tres encuentros con el primer equipo– ha quedado inhabilitado 22 meses por amaño de partidos. No son los primeros barcelonistas que rinden cuentas ante la justicia.
La condena a Torres sí es la primera en España sobre amaño de partidos. Por el contrario, hay otros precedentes (y también en el Barça) de delitos sexuales. Por ejemplo, José Ramón Alexanco fue detenido en 1988 por la presunta violación de una trabajadora del hotel en el que se hospedaba el Barça en Papendal (Países Bajos), aunque fue absuelto. Y más recientemente el Ajax apartó al exazulgrana Marc Overmars tras las acusaciones de acoso sexual a varias empledas de la entidad neerlandesa, donde era director deportivo.
Fuera de estos casos, hay que recordar que Samuel Eto’o defraudó a Hacienda, y que Leo Messi respondió ante la justicia por unos hechos similares. Ambos eludieron la cárcel. Tampoco entró en prisión Diego Maradona, condenado por cuestiones de drogas. Pero sí lo hicieron por razones políticas Ricardo Zamora –ya desvinculado del club– y Emili Sagi, afiliado de ERC y miembro de una logia masónica, aunque nunca participó en ningún acto. Eran otros tiempos, y ellos sí fueron presos políticos. Para terminar, hay que apuntar, como ya hice en un artículo anterior, las historias de Gica Popescu (un año y ocho meses privado de libertad por fraude y blanqueo de capitales en su país) y Ronaldinho (encerrado una temporada en Uruguay por tratar de entrar con un pasaporte falso en el país).
La lista se alarga, y debería hacernos pensar que hay un problema claro en la sociedad, porque no dejan de ser personas como cualquier otra. No son delitos que se circunscriban al mundo futbolístico.