Xavi Hernández sorprendió a más de uno, durante la rueda de prensa previa al partido ante el Atlético, cuando empezó a replicar una pregunta de un compañero de La Sexta, que calificaba el agónico triunfo ante el Intercity en la Copa como “casi tropiezo”. A partir de aquí, el técnico blaugrana inició una diatriba para desenmascarar esta definición, preguntándose por qué a un equipo que gana por un gol (en clara referencia al Real Madrid) se dice que ha pasado la eliminatoria y al Barcelona, que también ha pasado por un gol de diferencia, se dice que ha hecho “casi el ridículo” o en este caso “casi tropiezo”. El compañero no supo o no pudo dar sus explicaciones y acabó haciendo la pregunta, que, por cierto, no tenía nada de polémica, con Xavi contestando sin mayor contratiempo.

Esta reacción de Xavi no es casual. El técnico empieza a estar harto de recibir tantas críticas por parte de un sector del entorno, respaldado por algunos medios de comunicación, que parece utilizar al entrenador como arma arrojadiza para atacar al presidente Joan Laporta, debilitando el proyecto del entrenador catalán a cualquier costa.

Que el Barcelona sea líder a tres puntos del Real Madrid es una anécdota para este contubernio, que el Camp Nou sea el campo con más asistencia en Europa es pura casualidad, que el socio esté ilusionado con este proyecto es una falacia, que el equipo sea el más goleador y el menos goleado de la Liga es poco más que suerte…

Todos los argumentos se rebaten a base de descalificaciones, de menospreciar el trabajo de Xavi -se ha llegado a menoscabar el curriculum de sus ayudantes con total impunidad-, y hasta se aprovechó la eliminación de la Champions para hablar directamente de proyecto acabado…

Xavi entendería perfectamente que estas críticas llegaran desde la central lechera, como así llamó en su día Pep Guardiola a los medios afines de Florentino, pero no que estos ataques se abonen desde medios barcelonistas. Aquí es cuando parece que hay otros factores e intereses para explicar esta inquina hacia el técnico.

Lo cierto es que Xavi no sólo se siente totalmente respaldado por sus jefes, sino también por la afición. Corean su nombre en el Camp Nou en cada partido -ni Guardiola tuvo semejante beneplácito-, aplauden sus decisiones y apoyan incondicionalmente el equipo. El técnico no necesita más. Con el club confiando en él y el socio respaldándole, el resto de altavoces producen más ruido que otra cosa en sus oídos.

En todo caso, que nadie espere que este entorno tóxico se cruce estos días los brazos. Ahora llegará el momento de decir que el Barça no juega a nada, que ante el Atlético estuvo muy cerca de empatar, que con Xavi se han quedado dos veces fuera de la Champions en la fase de grupos -eso no es del todo cierto ya que en la primera temporada llegó cuando quedaban sólo dos partidos-, que no fue capaz de ganar la Europa League -se hace difícil jugar una eliminatoria a doble partido prácticamente fuera del Camp Nou-, que con Koeman se ganó un título, la Copa -mejor obviar que Messi estaba en el equipo-, y así ad infinitum.

Eso sí, como se gane la Supercopa de España, entonces habrá seguramente unos días de tregua. Unos días donde algunos se esconderán en la cueva, y sólo podrán ver las sombras que identificaba Platón. Será un buen momento para reflexionar e intentar que el odio y la rabia no les acabe convirtiendo a ellos en unas meras sombras.